"El fútbol es la única religión que no tiene ateos", Eduardo Galeano

viernes, 3 de marzo de 2023

Aldyr García Schlee, el creador de la verdeamarelha de corazón charrúa

Tras el drama futbolístico, social y humano que supuso el Maracanazo de 1950 en Brasil, con el hundimiento personal de futbolistas como el portero Moacir Barbosa o el defensa Bigode, la Confederación Brasileña de Deportes (CBD) decidió romper con todo lo que oliera mínimamente a Maracanazo. Con todo lo posible, claro. Porque no podían derruir el estadio, pero sí cambiar el uniforme con el que la selección brasileña había disputado (y perdido ante la Uruguay de Schiaffino y Ghiggia) ese Mundial de 1950.

Y también los de 1930, 1934 y 1938. Porque Brasil jugó esas cuatro Copas del Mundo ataviada de blanco. Medias blancas, calzón blanco y camiseta blanca con ribetes azules. Así vestía Brasil desde los tiempos de la Primera Guerra Mundial, allá por 1914. Pero la tragedia de Maracaná se llevó por delante esa equipación, considerada maldita por casi todos los aficionados.

Así que en 1953, con el Mundial de Suiza 1954 en el horizonte, el diario de Río de Janeiro “Correio da Manha” convocó un concurso popular para diseñar el nuevo traje de Brasil. Las condiciones, que homenajeara la bandera brasileña con sus colores. El premio, una suculenta cantidad de dinero y trabajo de diseñador gráfico en el periódico, que, en aquella época, era uno de los más importantes de Brasil.

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Aldyr García Schlee era entonces un joven de 19 años que, pese a su juventud, hacía ya cuatro que trabajaba de ilustrador y caricaturista en diferentes diarios de Jaguarao, la ciudad donde nació, en el estado de Río Grande del Sur, apenas separada unos centenares de metros de Río Branco, cruzando el puente al otro lado del río, ya en tierras uruguayas.

El joven ilustrador tenía 16 años cuando Alcides Ghiggia le dio la vuelta al partido en Maracaná para que Uruguay levantara su segunda Copa del Mundo y el chaval estaba en el cine en Río Branco, al otro lado del río, en tierras uruguayas. Pararon la película para informar de que la Garra Charrúa se acababa de proclamar Campeón del Mundo de fútbol tras derrotar a Brasil en Maracaná y sonó el himno de Uruguay por megafonía. La gente se arrancó a cantarlo y Jayr García Schlee lloró, aunque no sabía a ciencia cierta si de tristeza o de alegría.

Y es que el joven ilustrador brasileño era un aficionado más de la Celeste. La cultura, la proximidad, la lectura de los diarios uruguayos que llegaban bastante antes que los brasileños, las vivencias que escuchaba en las emisoras de radio de sus vecinos del otro lado del río, las historias que había oído desde niño sobre esa Garra Charrúa que había ganado dos Olimpiadas y la primera Copa del Mundo… Todo le unía a Uruguay.

El caso es que tres años más tarde el joven se presentó al concurso organizado por el “Correio da Manha” sin demasiadas expectativas porque creía que era imposible (y casi ridículo) mezclar los cuatro colores de la bandera de Brasil (verde, amarillo, azul y blanco) en una camiseta. Pero lo hizo cuando cayó en la cuenta de que no tenía que diseñar una camiseta sino un uniforme entero y que podía mezclar sin problemas todos los colores de la enseña brasileña si utilizaba todas las prendas que componían la equipación. Tras más de cien bocetos, el “uruguayo” García Schlee se decidió por una camiseta amarilla con toques verdes en las mangas y en el cuello, pantalones de color azul cobalto, un tono que nadie usaba en la época, y las medias blancas. Y envió su diseño.

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Un soleado 15 de diciembre de 1953, paseando por su ciudad natal camino del diario en el que trabajaba, Aldyr compró un periódico y, ojeándolo, vio que ya se anunciaba el diseño ganador de la nueva camiseta de la selección de fútbol de Brasil. Abrió mucho los ojos, incrédulo, al ver los bocetos que salían publicados, porque aunque no se decía de quién era el diseño, él lo tenía clarísimo. Su verdeamarelha había sido la escogida. Acababa de nacer un símbolo para Brasil.

El 14 de marzo de 1954, Brasil estrenaba ante su público su nueva vestimenta que iba a pasar a la posteridad. Sobre el césped se enfrentaban Brasil y Chile en la tercera jornada de las Eliminatorias para el Mundial de Suiza 54 que acabó con victoria de la canarinha por un gol a cero. En la grada, invitado al choque, estaba el joven Aldyr García Schlee, el inventor de la verdeamarelha que en ese instante no era consciente de que acababa de crear un emblema nacional.

En realidad, y aunque ni se le había dado ninguna publicidad y ni siquiera Aldyr García Schlee lo sabía, Brasil había estrenado su nueva indumentaria en el Estadio Nacional de Santiago ante Chile el 28 de febrero. Con victoria por cero a dos, ambos tantos obra de Baltazar, uno de los pocos supervivientes del Maracanazo en la selección. Y había repetido con los nuevos colores que jamás abandonaría en la visita a Asunción derrotando a Paraguay (1-0) con otro gol de Baltazar. Así que el día de la inauguración oficial de la verdeamarelha en Maracaná, el ariete del Corinthians no quiso fallar a su cita con la historia y también marcó el primer gol de Brasil vestido de amarillo ante su gente.

Unos meses más tarde, Brasil estrenaría su nueva equipación en el Mundial de Suiza, donde cayó en cuartos de final ante Hungría, el favorito que, a su vez, sucumbió ante la sorprendente Alemania en el Milagro de Berna. Hubieron de pasar cuatro años más para que Brasil levantara su primera Copa del Mundo vestido con la canarinha diseñada por García Schlee. Fue en el Mundial de Suecia de 1958 con Pelé y Garrincha como estandartes y, desde ese instante, esa camiseta se convirtió en un símbolo del jogo bonito, en auténtica historia del fútbol con sus cinco estrellas pintadas en su pecho, en el símbolo de toda una nación que se ha mantenido inalterable hasta nuestros días.

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Pero lo cierto es que Aldyr García Schlee nunca le dio demasiada importancia al hecho de crear la verdeamarelha. Siempre dijo que le hizo muchísima ilusión en su día, que le sirvió para ganar un buen dinero, para aprender el oficio de periodista y artista gráfico en un medio de comunicación de muchísimo prestigio y para poder continuar su carrera, pero no le dio muchas más vueltas.

De hecho, se puso a estudiar y se licenció en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad de Río Grande y se doctoró en Ciencias Humanas. Empezó entonces una carrera académica y literaria de primer nivel que le llevó a ser profesor primero y después uno de los fundadores de la Facultad de Periodismo de la Universidad Católica de Pelotas, traductor y escritor de renombre que recibió en dos ocasiones el Premio al Mejor Escritor Brasileño y en tres ocasiones más el Premio Acorianos de Literatura. Una obra literaria que versa sobre la tierra de frontera en la que creció, que versa sobre el fútbol, y que está escrita casi a partes iguales en castellano y en portugués por un hombre erudito y culto y, a la vez, sencillo y humilde.

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El 15 de noviembre de 2018, a los 84 años de edad, Aldyr murió en su casa de Pelotas a consecuencia de un cáncer de piel. Pero el destino tenía reservada una de esas sorpresas inesperadas que hacen más grande al fútbol. Porque apenas unas horas más tarde, el 16 de noviembre, se enfrentaban en Londres las selecciones de Brasil y Uruguay en un partido amistoso. Justo el choque que había propiciado un drama nacional y la creación de una vestimenta que se convertiría en inmortal se repetía 68 años más tarde en una especie de homenaje involuntario al creador de la verdeamarelha.

Y en el vídeo-marcador de Wembley apareció el rostro amable y sonriente de Aldyr García Schlee, el brasileño de corazón charrúa que creó el mayor símbolo de Brasil, mientras los jugadores de ambas selecciones lo homenajeaban con un respetuoso minuto de silencio, abrazados todos en el centro del campo. Ataviados unos con la canarinha que él creó y los otros con la celeste que tanto amó.