"El fútbol es la única religión que no tiene ateos", Eduardo Galeano

lunes, 5 de septiembre de 2022

El último partido de Jock Stein deja a Escocia a las puertas de la clasificación para el Mundial de México 86

10 de septiembre de 1985. Estadio Ninian Park, Cardiff. Las selecciones de Gales y Escocia se preparan para jugarse un puesto en la fase final del Mundial de México 86. Es la última jornada de un grupo igualadísimo que ha enfrentado a España, Escocia, Gales e Islandia por una plaza directa para México y otra que te envía a la repesca ante Australia, lo que en este momento es prácticamente una clasificación en diferido dada la diferencia entre las selecciones europeas y la oceánica. España, Escocia y Gales empatan a seis puntos e Islandia está desahuciada. Los españoles cerrarán el grupo ante Islandia en Sevilla dos semanas más tarde, así que tienen asegurada la primera plaza con una victoria que parece sencilla (y más sabiendo de antemano el resultado de Cardiff). Las cuentas para los dos archienemigos británicos están claras. El que gane, tiene asegurada la repesca y la clasificación directa si España no le hace muchos goles a Islandia. Si empatan, Escocia irá a la repesca y Gales se quedará fuera por diferencia de goles.

Ninian Park es un hervidero lleno a rebosar. 30.000 galeses y 14.000 escoceses llenan el estadio para animar a los suyos. Mike England, el seleccionador de Gales, dispone de todos sus hombres importantes y, evidentemente, los alinea a todos. Sobresalen los dos delanteros, el goleador del Liverpool Ian Rush y el delantero del Manchester United Mark Hugues, ambos letales en el área. A Jock Stein, el mítico seleccionador de Escocia, le falta toda la columna vertebral de su vigorosa escuadra, la flor y nata de la Tartan Army. Kenny Dalglish, Steve Archibald y Alan Hansen estaban lesionados y el mediocentro Graeme Souness, la cabeza pensante de Stein en el campo, estaba sancionado. Con esos mimbres, el bueno de Stein había tomado una decisión a principios de semana que iba a pagar muy cara. Por sus problemas de corazón, tomaba unas pastillas que decidió no ingerir para estar totalmente centrado en el partido. No lo sabía nadie, ni siquiera su segundo aquella noche, el entrenador del Aberdeen, un jovencísimo Alex Ferguson, pero no adelantemos acontecimientos.

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Los galeses salieron a por todas y se pusieron por delante a los trece minutos, después de que la defensa escocesa despejase el enésimo centro galés al corazón del área y el balón le cayera a Mark Hugues, que la metió dentro para hacer estallar a los aficionados galeses, ausentes de una fase final de la Copa del Mundo desde 1958.

La pelota sobrevolaba el césped del Ninian Park al más puro estilo británico. Patadón desde la defensa en busca de la pelea de los delanteros, segunda jugada y tiro a portería o apertura a la banda para el centro desde los extremos. Así todo el rato: pim-pam-pum. Pero Escocia necesitaba algo más si quería empatar el partido y buscar la repesca, así que Stein decidió convertir su defensa de cuatro en una de tres y buscar tener más presencia en campo contrario. Pero ni por esas.

El susto se lo llevaron los suyos cuando en un centro sin aparente peligro al corazón del área, el que hacía aproximadamente 1.623 en apenas 45 minutos, el meta del Aberdeen Jim Leighton deja caer la pelota y está a punto de metérsela en su propia portería. En los vestuarios, el guardameta le confiesa a Jock Stein que es miope y juega con lentillas (cosa que nadie sabía, ni siquiera su entrenador Alex Ferguson). El portero había perdido una en un lance del juego y no traía lentillas de reserva, así que no veía ni un pimiento. Stein, perplejo y fuera de sí, golpea el techo del vestuario con furia, pero enseguida ordena el cambio. Saldrá el veterano Alan Rough a sacar las castañas del fuego. Pero pierde uno a cero y ha agotado una bala. Ahora sólo le queda un cambio para tratar de cambiar el signo del partido.

Y Big Stein usa el cambio que le queda, la última decisión posible. Retira del terreno de juego a su jugador más técnico, el centrocampista Gordon Strachan, para sacar al verde a David Cooper, un extremo rápido y habilidoso con el que quiere invertir la tendencia, sorprender por banda y generar peligro con más centros al área. Y lo consigue. Porque Cooper no sólo es un quebradero de cabeza para los galeses, sino que cuando el colegiado señala penalti a falta de diez minutos para el final por mano dentro del área de un defensor gales, Cooper coge el balón sin temor. Lo pone en el punto de penalti y lo ejecuta sin miedo, raso, con pierna derecha y a la izquierda del portero galés, que se estira y logra tocar el balón, pero no puede evitar que se aloje en el fondo de su portería. Los escoceses celebran el gol que les da la repesca mientras los galeses resoplan y se disponen a atacar sin descanso los últimos diez minutos que quedan de partido. Meten más de un susto a los escoceses, pero el partido está a punto de acabar.

De hecho, a falta de un minuto el árbitro pita y Stein cree que es el final del partido. Se levanta del banquillo para saludar al técnico galés cuando, de repente, se echa la mano al pecho y cae al suelo. Mike England, el seleccionador de Gales, es el primero que se da cuenta y avisa a los médicos, que se llevan a Stein a los vestuarios. En esas, el partido se acaba y los jugadores escoceses celebran sobre el césped la virtual clasificación para el Mundial mientras los galeses se derrumban en el suelo. En esas aparece Alex Ferguson para avisar a los jugadores de que el míster está pasando por problemas en el vestuario y les dice que se queden sobre el césped mientras tanto.

Media hora más tarde la tragedia se confirma. Jock Stein, de 62 años, ha muerto en el vestuario del Ninian Park de Cardiff y el fútbol se viste de luto. Al día siguiente, el diario británico The Sun titula en su portada: "Jock, una joya de hombre y también un genio como entrenador". La frase era de John Paton, el presidente del Glasgow Rangers, el rival más acérrimo del club de Stein, el Celtic.

Bob Paisley, ex entrenador del Liverpool, dijo de él: “Los escoceses le deben tanto que estoy seguro de que no lo olvidarán”. Efectivamente, no lo olvidaron. En 2002, Stein fue votado como el mejor entrenador escocés de todos los tiempos y se le concedió la entrada al Salón de la Fama del fútbol escocés en Hampden Park.

Y es que Stein fue el primer entrenador protestante del católico Celtic de Glasgow, que hacía un porrón de años que no ganaba la liga escocesa y que levantó nueve seguidas a los mandos de Jock Stein entre 1966 y 1975. También levantó la primera Copa de Europa de un equipo británico en 1967, la única de la historia de los católicos, al derrotar en la final al favorito Inter de Helenio Herrera (2-1). Y disputó una segunda final contra el Feyenoord en 1970 que perdió en el último suspiro (2-1). Una auténtica institución del equipo verde de Glasglow que cogió la selección escocesa tras la eliminación en la primera ronda el Mundial de 1978 y la clasificó para la disputa de la Copa del Mundo de España 82 (también cayeron en la primera fase) y la dejó a las puertas del Mundial de México 86.

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Quien remató la clasificación escocesa para México fue Alex Ferguson, su ayudante en Cardiff, que cogió las riendas de la selección en ese instante para los dos partidos de la repesca ante Australia. Esto dijo Ferguson sobre aquella fatídica noche: “No derramé ni una lágrima hasta después del vuelo desde Cardiff a Glasgow y hasta que salí por la autopista hacia Aberdeen. En el camino paré en un área de descanso y directamente me derrumbé. Para gente como yo, Jock fue el precursor de todos los logros y retos a los que teníamos que aspirar. Él nunca se quedaba con los elogios. Siempre se trataba de los jugadores y de lo magnífico que era el equipo. Esa generosidad lo dice todo de él. Para cualquier persona que busque mejorar su formación futbolística, Jock Stein era una universidad por sí solo”.

Al final, Escocia consiguió vencer a Australia por 2 goles a cero en Glasgow y empató sin goles en tierras aussies para disputar la cita mundialista de nuevo. Pero en México los de Ferguson cayeron en el llamado grupo de la muerte junto a Alemania, Dinamarca y Uruguay y no pudieron pasar de la primera fase al perder por la mínima ante daneses y alemanes y sacar un empate sin goles ante la garra charrúa.

También lograrían clasificarse para el Mundial de Italia 90, ya sin Ferguson en un banquillo que había abandonado para ocupar el del Manchester United y acabar convirtiéndose en una leyenda, pero después de esa cita las cosas se pusieron complicadas para la Tartan Army. Escocia no estuvo en Estados Unidos 94 y el último Mundial que disputó fue el de Francia 98 donde, como siempre, volvió a caer en primera ronda. Desde entonces, los escoceses no han vuelto a acudir a un Mundial jamás. Y ya han pasado 24 años. Sus rivales galeses, en cambio, han roto este año su maleficio y se presentarán en Catar… ¡64 años después! Veremos cómo les va en su regreso a una Copa del Mundo porque no hay que olvidar que en su primera y única participación en Suecia 58 se plantaron en cuartos de final.

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