"El fútbol es la única religión que no tiene ateos", Eduardo Galeano

miércoles, 13 de abril de 2022

Camerún y Roger Milla dan la campanada en Italia 90

"No los subestimamos. Simplemente 
eran mejores de lo que pensábamos".
Bobby Robson

El 8 de junio de 1990, a las seis de la tarde, 77.000 personas se congregan en el Giusseppe Meazza de Milán para presenciar en directo el partido inaugural del Mundial de Italia 90. Apenas una hora antes, los jugadores de la selección de Camerún se dirigen a un pabellón anexo para hacer ejercicios de calentamiento antes de completarlos en el césped del estadio. Al llegar allí se encuentran a los argentinos cantando con fuerza. Los cameruneses se miran entre ellos y rompen a cantar más fuerte una canción tradicional del país. Los argentinos se miran, se callan y empiezan, poco a poco, a desfilar hacia su vestuario. Los Leones Indomables han ganado la primera batalla y se quedan solos calentando en el pabellón. En un ratito debutarán en el Mundial ante los campeones del mundo capitaneados por Diego Armando Maradona.

***

Ocho años antes, cuatro integrantes de esa selección de Camerún en Italia 90 debutaban en el Mundial 82: Emmanuel Kundé, Thomas N'Kono, Roger Milla y Joseph Antoine Bell (que no jugaría ningún partido) formaban parte del equipo que, por primera vez en su historia, se había clasificado para una fase final de la Copa del Mundo. Los cameruneses tuvieron que disputar cuatro rondas eliminatorias para poder estar en España y eliminaron sucesivamente a Malaui, Zimbabue, Zaire y a la potentísima Marruecos. La otra selección africana clasificada sería Argelia.

No habían pintado nada bien hasta entonces las participaciones de las selecciones africanas en las fases finales de los Mundiales, ya que Egipto en 1934 caería en el único partido de la primera ronda ante Hungría por 4 a 2; Marruecos sólo pudo empatar el último encuentro de su grupo ante Bulgaria en México 70; Zaire recibió 14 goles en 3 partidos en Alemania 74 y sólo Túnez fue capaz de ganar el primer partido de una selección africana en un Mundial en Argentina 78 ante Polonia, aunque no le sirvió para pasar a la segunda fase.

En España 82, tampoco Camerún y Argelia parecía que fueran a hacer un gran papel en el torneo después del sorteo de grupos. Camerún cayó en un grupo complicadísimo junto a Italia, Polonia y Perú, mientras que a Argelia le tocó en suerte un grupo junto a Alemania, Austria y Chile. Pero la pelota es caprichosa y Argelia estuvo a punto de hacer historia, pero “la vergüenza de Gijón”, un bochornoso apaño entre Alemania y Austria, se lo impidió.

Camerún, por su parte, debutó en el Mundial en el estadio de Riazor contra Perú, ante la que empataría sin goles. El segundo partido ante Polonia se antojaba decisivo, después de que los polacos hubieran empatado también sin goles ante Italia en el debut. Los Leones Indomables hicieron un partido muy serio y consiguieron arrancar otro empate a cero ante los Boniek, Lato, Smolarek y compañía. Los italianos, a la suya, también empataron ante Perú, pero a uno. Este gol italiano, a la postre, sería crucial.

La última jornada lo decidiría todo en un grupo en el que todas las selecciones la afrontaban empatados a dos puntos. El 22 de junio de 1982, Polonia vapuleó a Perú en Riazor por 5 a 1 y despejaba un poco las cosas. Los polacos serían primeros salvo hecatombe y la segunda plaza saldría del choque entre los italianos y los debutantes cameruneses. En Balaídos, el 23 de junio, los cameruneses acudieron a su cita con la historia cantando en el autobús mientras los italianos afrontaban el encuentro con gesto preocupado, casi cariacontecidos. Un traspié los dejaría fuera del mundial ante la que se suponía cenicienta del grupo.

Los italianos vistieron totalmente de blanco, mientras los Leones Indomables saltaron al césped de Balaídos con su indumentaria habitual: camiseta verde, pantalón rojo y medias amarillas. N’Kono, portero que acababa de fichar por el RCE Espanyol de Barcelona, defendía la meta camerunesa y en punta de ataque estaba Roger Milla, el delantero que se haría famoso en Italia 8 años más tarde. El italiano Graziani tuvo un remate franco de cabeza que lanzó por encima del travesaño, mientras que Conti, minutos más tarde, se quedó solo ante N’Kono con los cameruneses reclamando fuera de juego. Tuvo tiempo el italiano de tomarse un café antes de decidir por dónde iba a colocar la pelota ante un meta vencido y la tiró fuera incomprensiblemente. A Italia el partido se le estaba poniendo cuesta arriba… aunque a base de centros laterales y saques de esquina empezaba a asediar la meta africana, aunque sin puntería, ni acierto, ni suerte.

Ya en la segunda parte, al cuarto de hora de juego, Rossi cayó a la banda izquierda del ataque y metió un centro al segundo palo que encontró la cabeza de Graziani. Esta vez sí. El atacante azurro cabeceó en parábola por encima de N’Kono, que había salido a buscar el centro y caminaba hacia atrás intentando sacar el remate, pero resbaló y el balón se fue al fondo de las mallas. Los italianos respiraban por fin… Pero Camerún, que no había inquietado para nada a Italia hasta el momento, sacó de centro y empezó a mover la pelota durante un minuto sin que ningún transalpino la tocara para acabar centrando al área italiana y encontrarse con un fallo en cadena de los azurri. La defensa italiana permitió un primer remate de cabeza en semifallo de Ibrahim Aoudou y el posterior remache a la red, sin oposición, de su compañero M’Bida. Camerún acababa de marcar su primer gol en un Mundial y estaba en disposición de eliminar a los italianos en su debut. La alegría de los Leones Indomables era increíble y levantaban todos al cielo la pelota con la que habían hecho el gol mientras los espectadores no acababan de creerse lo que estaban viendo.

Quedaba media hora por delante para la gesta. Pero el marcador ya no se movería y cameruneses e italianos acabaron la primera fase con 3 puntos producto de 3 empates. Pasó Italia por haber marcado un gol más (2) que los cameruneses (1) en esta primera fase. Los africanos se marchaban de su primer mundial sin haber perdido un solo partido (ni ganado), mientras que los italianos seguían adelante sin haber ganado un solo partido (ni perdido) y, ver para creer, acabarían alzando la Copa del Mundo en el estadio Santiago Bernabéu.

***

A los cameruneses esa experiencia del Mundial de España les vino muy bien. No se lograron clasificar para el Mundial de México 86 al caer ante Zambia y a tierras aztecas fueron Marruecos y nuevamente Argelia. Pero para el Mundial de Italia en 1990 la fase de clasificación de Camerún fue impecable. Primero lideraron su grupo ante Nigeria, Angola y Gabón y después remataron su clasificación venciendo a Túnez a doble partido: 2 a 0 en Yaundé y 0 a 1 en Túnez. La otra selección africana clasificada sería Egipto, que superó a Argelia con un solitario gol en el Cairo para certificar su viaje a tierras italianas.

La selección de Camerún disputó en el mes de marzo de ese mismo año 90 la Copa de África en Argelia y quedó encuadrada en un grupo con Zambia, Senegal y Kenia. Los Leones Indomables hicieron un torneo lamentable y cayeron en la primera fase tras perder con Zambia y Senegal y ganar en la última jornada a Kenia. Curiosamente, los egipcios también jugaron un pésimo torneo y cayeron eliminados quedando últimos en el otro grupo que compartían junto a Argelia, Nigeria y Costa de Marfil. Los argelinos levantaron el torneo, mientras que las dos selecciones africanas mundialistas hicieron el ridículo.

Pero, curiosamente, en esa Copa de África también empezó Camerún a dar la sorpresa en el Mundial, porque los ojeadores de Argentina, Rumanía y la Unión Soviética que se presentaron en tierras argelinas para espiar a su rival camerunés se fueron convencidos de que iba a ser la perita en dulce del grupo.

El caso es que los Leones Indomables estaban entrenados por Valery Nepómnyashchy, un entrenador ruso que no acababa de entenderse bien con los jugadores (a los que prácticamente no conocía) y que dejaba bastante margen a la autogestión del vestuario (o los jugadores se la tomaban). Tanto es así que dejó que los políticos, los profesionales de la Federación e incluso los empresarios más pudientes del país le metieran en la lista de convocados al delantero Roger Milla, uno de los héroes del 82, quien, a sus 38 primaveras, había decidido retirarse de la selección camerunesa. El delantero estaba jugando desde finales de 1989 en el JS Saint-Pierroise, un equipo de la Isla de Reunión, y por su mente sólo pasaba la idea de sentarse ante el televisor con el mando en la mano y una cerveza en la otra para ver las evoluciones de su equipo en Italia. Pero entonces el delantero empezó a recibir llamadas de todo el gobierno camerunés en pleno: desde el presidente Paul Biya hasta el resto de sus ministros. Al final, parece ser que fue el empresario James Onobiono quien le convenció definitivamente. Y Valery Nepómnyashchy le incluyó en la lista de convocados formando un compacto grupo de veteranos del 82 junto a los porteros N’Kono (35 años) y Joseph Antoine Bell (35 años) y el defensa Emmanuel Kundé (33 años). El resto eran jóvenes con ganas de asombrar al mundo y de aprender de las estrellas camerunesas.

Camerún no jugaba bien y parecía un polvorín a punto de estallar, pero entonces hicieron una especie de minipretemporada fugaz en Yugoslavia y ahí empezaron a encajar las piezas. Los jugadores convencieron al técnico para dejar de lado un 4-4-2 en el que no creían y el equipo pasó a jugar con un 4-4-1-1 para defenderse mejor y dejar a la inspiración y velocidad de los jóvenes como Omam Biyik o Makanaky la posibilidad de asustar a los rivales a la contra. Para las segundas partes, el talento del veterano Roger Milla. En la portería, Joseph Antoine Bell, el portero del Burdeos, acabado de nombrar el segundo mejor jugador de la Liga Francesa.

Pero justo antes del debut en el Mundial salieron a la luz unas declaraciones de Bell en France Football en las que criticaba toda la organización de la selección (al parecer había algunos problemas económicos y el meta exigía ciertos cobros atrasados) y también aseguraba que Camerún no tenía ninguna posibilidad de hacer nada en el mundial, que se irían a casa en la primera ronda, sin ganar ni un partido y humillados por los argentinos. Fue entonces cuando el seleccionador ruso lo dejó fuera del once y le comunicó a N’Kono que sería titular ante Argentina. Faltaban apenas 5 horas para el partido inaugural y el bueno de Thomas se acababa de enterar de que sería titular. No pudo ni avisar a su mujer, que no fue a ver el partido pensando que su marido no jugaría.

***

Y llegó el gran momento. El partido inaugural del Mundial de Italia con 77.000 personas en el Meazza. En el túnel de vestuarios salen los dos equipos juntos por el túnel. El argentino Troglio, que no va a jugar, mira a los cameruneses en el pasillo y no puede evitar decirles a los compañeros que tengan cuidado, que esos tipos son muy grandes y muy fuertes. Desde los himnos se notaba algo raro en el ambiente. Los jugadores de Camerún se reunieron en el centro del campo para “autogestionarse”. Vamos, para decidir que lo que había dicho el entrenador estaba muy bien, pero que ellos jugarían como quisieran.

Maradona lo cuenta así: “Desde que empezó el partido se puso a mi lado un negro muy grandote. Se llamaba Massing. Se me presentó, me saludó… y después ¡me cagó a patadas!”. Y es que los cameruneses se metieron muy pronto en el partido. Concentrados, asfixiantes, presionando al rival y marcando al hombre con dureza. Pero fue una dureza noble que, además, el árbitro no dudó en castigar, como toca, por otra parte, porque a los 9 minutos Massing ya vio la tarjeta amarilla. Era naranja, naranja… En una jugada típica de Maradona, que empezó a levantar la pelota dispuesto a controlarla para empezar a hacer un eslálom, apareció Massing como un tren de mercancías para ponerle el pie casi en el hombro y tirarlo al suelo de un golpe. Fue un aviso de lo que le esperaba a Maradona y, por extensión, a todos los argentinos: un marcaje férreo, duro, expeditivo y correoso. Ndip vería también la amarilla a los 23 minutos. Aún así, los argentinos, que intentaban mandar en el partido, no lograban crear ocasiones claras. Sólo Balbo inquietó a N’Kono en la primera mitad. Pero, poco a poco, los Leones Indomables iban soltándose en ataque con algunos contragolpes peligrosísimos conducidos por un veloz Makanaky y su compañero Omam Biyik. Y los de Bilardo, que no tenían laterales específicos porque jugaban con tres centrales, las pasaron canutas por momentos.

Al cuarto de hora de la segunda parte, el árbitro expulsó al camerunés Kana-Biyik con una roja directa cuestionable, porque la entrada fue dura, pero las había habido bastante peores en el partido. Esa acción que dejaba con 10 a los Leones, a la vez, los enrabietó. Siete minutos más tarde, Camerún sacó una falta desde el costado izquierdo de su ataque, Makanaky metió el pie y envió, casi sin querer, un globo al corazón del área. Omam Biyik saltó más que nadie para cabecear picado hacia la portería de Pumpido. El guardameta argentino se arrodilló para coger la pelota, pero se le escapó el cuero entre las manos y los Leones Indomables se adelantaron en el marcador. Ver para creer.

El público italiano rugía enfervorizado mientras los cameruneses aguantaban las escasas embestidas argentinas con un jugador menos. Sólo Caniggia, que acababa de entrar al campo, generaba inquietud en los esforzados cameruneses, pero respondieron, de nuevo, con dureza en defensa y con velocidad arriba, sobre todo después de que el veterano Roger Milla entrara al terreno de juego para aguantar mejor el balón en campo argentino. Ni siquiera la expulsión a falta de dos minutos de Massing hizo creer a la albiceleste en el triunfo. Una expulsión, por cierto, totalmente clara, ya que el defensa remató a Caniggia después de que el atacante hubiera esquivado dos recados seguidos de dos rivales distintos. Minutos después, el árbitro Michel Vautrot señaló el final del encuentro para certificar una de las mayores sorpresas de una Copa del Mundo. El campeón acababa de caer en el partido inaugural ante un conjunto prácticamente desconocido y se le ponía el grupo cuesta arriba. Camerún, en cambio, afrontaba su segundo partido con la esperanza de la clasificación intacta.

La mejor frase sobre el partido la dijo Maradona a la prensa después del choque: “El único placer de esta tarde fue descubrir que, gracias a mí, los italianos de Milán dejaron de ser racistas: hoy, por primera vez, apoyaron a los africanos”. También reconoció que, aunque los cameruneses habían sido duros, no había duda de que había ganado el mejor.

Un día después, la Unión Soviética cayó ante Rumanía por cero a dos con dos tantos de Lacatus para acabar de dejar el grupo patas arriba. Ahora quedaban muchas incógnitas por resolver: ¿sería capaz Argentina de superar la derrota inicial y clasificarse para octavos? ¿Tendría continuidad la gesta camerunesa? ¿Cómo afrontarían el siguiente partido los dos favoritos, Argentina y la Unión Soviética, que se medían entre sí?

El 13 de junio, argentinos y soviéticos se vieron las caras en Nápoles en un partido agrio y áspero en el que los dos se jugaban su futuro en el torneo. Y pasaron muchas cosas importantes. Primero la lesión de Pumpido a los 11 minutos, que entonces parecía una tragedia y después, con la memorable actuación de Sergio Goycoechea durante el campeonato resultaría providencial. Poco más tarde anotó Troglio, aún en la primera mitad, para adelantar a la albiceleste. Nada más empezar el segundo tiempo fue expulsado Bessonov con roja directa y Burruchaga sentenció con el segundo tarde 20 minutos más tarde para eliminar a los soviéticos y esperar a ver qué pasaba entre cameruneses y rumanos.

Y lo que pasó al día siguiente fue que Camerún volvió a hacer la machada y noqueó a los rumanos para liderar el grupo y ser la primera selección en clasificarse matemáticamente para los octavos de final del torneo. Los rumanos contaban en sus filas con gente experimentada como Popescu y Lacatus y con jóvenes con un talento descomunal como Hagi, Raducioiu, Dumitrescu o Balint, pero los cameruneses, pese a las dos bajas del partido inaugural, plantearon el mismo partido duro y rocoso que ante los argentinos, dejando el dominio a los rumanos y sobreviviendo por su defensa y por las paradas de Thomas N’Kono. Y en el minuto 59 volvieron a calcar la fórmula con la entrada al campo del delantero Roger Milla, que sería absolutamente decisivo a sus 38 años.

A falta de un cuarto de hora para el final del partido, un melonazo defensivo de Camerún pilló a la defensa rumana descolocada. El defensa Andone dejó botar la pelota antes de despejar y ahí se presentó el León Indomable para pelear la pelota en el salto, desestabilizando al defensa, que cayó al suelo en redondo. El balón le quedó franco a Milla dentro del área y fusiló a Silviu Lung con la izquierda para adelantarse en el marcador. Roger Milla corrió como un poseso hacia el banderín de córner, se puso una mano en la cadera y la otra girando a la altura de la cabeza y… ¡A bailar! Esa celebración se convertiría en mítica durante el Mundial. De hecho, apenas 10 minutos después la volvería a repetir.

Esta vez, Milla cogió una pelota en la frontal e intentó hacer una pared con un compañero que le devolvió un globo con la cabeza hacia el vértice derecho del área. El delantero lo bajó con la izquierda, recortó a su par saliendo hacia la derecha y cruzó un derechazo alto y potente al palo de Lung para bailar de nuevo. Balint recortaría distancias en el último minuto, pero el marcador ya no se movería. 2 a 1 para Camerún, que sumaba 4 puntos en las dos primeras jornadas por 2 de Rumanía y Argentina y ninguno de la Unión Soviética. Los Leones Indomables llegaron a la última jornada ya clasificados.

De hecho, el entrenador aprovechó el último partido ante la URSS para dar descanso a la mayoría de sus titulares y Camerún cayó por 4 a 0. Pero el empate a uno entre Rumanía y Argentina les daba el liderato del grupo y les llevaba a jugarse los octavos de final con la Colombia entrenada por Pacho Maturana y comendada por el meta Higuita y los elegantes Valderrama y Rincón. Los rumanos, segundos, se verían las caras con la sorprendente Irlanda, mientras que Argentina, tercera, se marcharía a Turín para enfrentarse a Brasil.

Camerún y Colombia disputaron en Nápoles un partido histórico. Para cualquiera de los dos, si ganaban, sería la primera vez que disputaran los cuartos de final de un Mundial, pero si el que pasaba era Camerún, también tendría el honor de ser el primer país africano en hacerlo. 

Los colombianos eran uno de los equipos más atractivos de un torneo marcado por las férreas defensas y los Valderrama, Rincón, Estrada y compañía eran una bocanada de aire fresco. Los dos equipos siguieron el guion escrito de antemano, con los colombianos dominando y los cameruneses defendiendo y contraatacando en cuanto podían. Pero el dominio colombiano no se traducía en ocasiones claras y los africanos fueron creciendo poco a poco en el partido. Tan sólo Rincón, en un lanzamiento de falta magistral que hizo temblar la portería entera al estrellarse en la misma cruceta, puso en aprietos a los cameruneses. 

Como en los choques anteriores, el seleccionador volvió a meter a Milla en el campo a los diez minutos de la segunda parte y, también como en los partidos anteriores, la estrella camerunesa volvería a poner el partido patas arriba, aunque esta vez sería en la prórroga, a la que se había llegado tras acabar sin goles los noventa minutos. Ya avisó el veterano delantero en la segunda parte con una diagonal a la espalda de los colombianos que culminó con un remate cruzado que detuvo con apuros Higuita. Pero en la prórroga no perdonó.

Nada más comenzar la segunda parte del tiempo extra, Milla recibió un balón en tres cuartos de campo, se giró, tiró la pared con su compañero Omam Biyik y encaró por el vértice del área izquierda del ataque, dribló al defensa que le salió al paso con un regate vertiginoso y encaró a Higuita para batirle con un preciso disparo de zurda. Uno a cero y a bailar.

Y dos minutos más tarde sentenció el pase a cuartos de los Leones Indomables con un gol de pillo que pasará a la historia de la Copa del Mundo. Higuita salió de libre, controlando el esférico prácticamente en el centro del campo, se la dio a su compañero Perea, que estaba a un par de metros de él, Perea le devolvió un melón que Higuita no pudo controlar con precisión y de la nada apareció un señor de 38 años como una exhalación que le robó la pelota, salió como una flecha hacia la portería desguarnecida y, cuando estuvo seguro de no fallar, empujó con suavidad al fondo de las mallas mientras Higuita corría tras él desesperado y Perea intentaba llegar bajo palos para tapar el disparo casi sin fe. Milla no se lo podía creer. ¡A bailar otra vez!

Redín recortó distancias en el último minuto, pero Colombia no tuvo tiempo ni siquiera de intentar la última jugada para forzar el empate. Por primera vez en su historia, en su segunda participación en un Mundial, Camerún estaría en cuartos de final. Sería el primer país africano en hacerlo. Allí les esperaba una Inglaterra que iba de menos a más en el torneo y que había dejado en el camino a Bélgica con un cabezazo de David Platt a un minuto de que se acabara la prórroga y empezaran los penaltis. Nápoles se preparaba para un enfrentamiento memorable.

1 de julio de 1990. Estadio Sao Paolo, Nápoles. 9 de la noche. Cameruneses e ingleses esperan a que colegiado, el mexicano Edgardo Codessal, haga sonar su silbato para que el balón empiece a rodar. Ya han escuchado concentrados los himnos y la tensión se masca en el ambiente. Los ingleses no se acaban de creer que estén enfrentándose a Camerún en los cuartos de final de la Copa del Mundo. Los cameruneses sólo miran hacia adelante, porque son conscientes de que han hecho historia, pero no quieren que la historia se acabe aquí.

El partido empieza trabado, pero Camerún, sin dejar de defender, no parece la selección que se queda metida muy atrás de los otros partidos. Ahora parece que defiende más lejos de N’Kono y que cada vez que roba hace mucho daño. De hecho, los jugadores ingleses y  sus aficionados tiemblan cada vez que Makanaki y Omam Biyik reciben en tres cuartos de campo. Una transición rápida con un balón metido al corazón del área que Makanaki deja pasar saltando para que la pelota llegue a su espalda donde aparece Omam Biyik libre de marca congela el ánimo de todos los ingleses presentes en el estadio. Omam Biyik remata solo ante Shilton, pero el veterano guardameta logra detener el remate casi a bocajarro del camerunés. Los aficionados ingleses respiran hondo. Aunque el balón sale rebotado y un defensa le pega desde su casa y casi sorprende a Shilton. Definitivamente, este partido no parece el que los ingleses esperaban.

De nuevo Camerún mete un balón al área y el rechace lo recoge Mfede para golpear con potencia, pero sin precisión, a portería. Shilton se pone las manos en las caderas y tiene cara de sufrimiento. No se acaba de creer lo que ve sobre el césped.

Pero en esas estamos cuando Stuart Pearce llega por banda izquierda y mete un centro preciso, duro, con efecto, al segundo palo del área camerunesa. Allí aparece como una exhalación el héroe inglés de los octavos, David Platt, para rematar de cabeza, picado al suelo, y meter el balón en el fondo de las mallas. Era la primera llegada inglesa y el primer gol. Parecía que los cameruneses habían pagado demasiado caro su atrevimiento y su osadía, apostando por el vértigo en vez de por el repliegue en el partido menos oportuno. Llevamos tan solo 25 minutos de partido y, por primera vez en el torneo, Camerún empieza perdiendo (al margen del partido intrascendente ante la URSS, claro está).

En la segunda parte, los Leones Indomables redoblaron su apuesta ofensiva y, tras una ocasión en la que los ingleses reclamaron un penalti sobre Lineker, trenzaron una jugada de ataque desde el centro del campo. Milla ya había ingresado en el terreno de juego y colaboró en la jugada viniendo a recibir de espaldas y abriendo el juego a la izquierda, con toda Inglaterra defendiendo en su área. Entonces le tiró un desmarque en diagonal a su compañero, que le vio y le lanzó un pase raso. Milla se metió en el área como un puñal y dribló a Gascoigne que, lejos de su zona de influencia, metió el pie y lo derribó. A Codessal no le tembló el pulso y señaló la pena máxima. A Kundé le tembló aún menos y lanzó el penalti fuerte y arriba, a la izquierda de un Shilton que adivinó la trayectoria, pero no pudo detener ese misil. 16 minutos de la segunda parte de los cuartos de final del Mundial de Italia. 1 a 1. Los espectadores en Nápoles se frotaban los ojos.

El ritmo de los tambores africanos en las gradas del estadio Sao Paolo contagió a los jugadores cameruneses, que parecían jugar al mismo son ante los desconcertados jugadores de Robson. Los cameruneses roban entonces una pelota en el centro del campo en pleno intento de ataque inglés. Omam Biyik conduce como una exhalación, recorta a su par y se la deja a Makanaki, que ve venir a Milla por detrás en el borde del área. El veterano le pega sin pensárselo viniendo en carrera. Arriba.

Inglaterra saca de puerta. En largo (¿cómo si no?). Controla Ekeke y avanza por el centro. Milla viene a ofrecerse desde la posición de delantero centro. Ekeke se la da de espaldas y corre. Milla aguanta la pelota, espera, se gira y mete un pase profundo a la carrera de Ekeke que deja en evidencia a toda la defensa inglesa. El camerunés se planta solo ante Shilton y se la pica en su salida. El estadio se viene abajo. 20 minutos de la segunda parte de los cuartos de final del Mundial de Italia. Inglaterra 1 - Camerún 2. Ver para creer.

Y el partido siguió por los mismos derroteros. Con Camerún haciendo daño cada vez que se acercaba al área inglesa, pero también cometiendo errores defensivos que hacían peligrar el resultado. En uno de esos estuvo Platt a punto de marcar tras una pared con Lineker que lo dejó solo ante N’Kono. La cruzó demasiado y el balón se fue fuera.

Replicó Camerún con otra pared en el borde del área entre Omam Biyik y Milla que resolvió Biyik con un taconazo ante Shilton que rechazó el guardameta de milagro.

Fue entonces cuando apareció la chispa, la magia y el oportunismo de un gran Lineker. En el rechace de una falta, el balón le cayó a Stuart Pearce en la frontal, le rebotó en el muslo y salió disparado al corazón del área. Allí apareció Lineker para controlar la pelota con la rodilla, colocársela en la izquierda y recibir la tarascada del defensa camerunés. Penalti. Y gol de Lineker. Faltaban 7 minutos para el final del partido.

Aún dispondría Camerún de una última oportunidad para ganar antes de tener que ir a la prórroga, con un disparo de Omam Biyik desde la frontal que detuvo Shilton estirándose con seguridad. La verdad es que el portero inglés se había ganado bien el sueldo durante toda la noche.

Ya en la prórroga, los Leones Indomables estuvieron a punto de adelantarse de nuevo. Makanaky se internó por la derecha y sacó un centro muy peligroso al corazón del área que un defensa inglés despejó de la mismísima cabeza de Ekeke, que se había lanzado en plancha para el remate. El rechace se convirtió en un globo que Omam Biyik acertó a rematar de cabeza en el cielo napolitano y que, por suerte para Inglaterra, le salió centrado y justo a las manos de Shilton, que volvía a resoplar junto con los aficionados ingleses que, a esas alturas de partido, estaban viviendo un auténtico suplicio.

Pero después de tanto susto, con Camerún inclinando el campo hacia la portería inglesa, llegó una contra perfecta dirigida al jugador perfecto para acabarlas. Gascoigne metió un pase raso hacia el centro de la defensa que pilló a los dos centrales cameruneses demasiado abiertos y a un Lineker velocísimo que recogió la pelota con un control orientado y salió disparado con el balón pegado al pie hacia la portería de N’Kono. Cuando Massing intentó cerrarle, Lineker ya había encarado al portero camerunés y entre los dos lo derribaron. Penalti. Y Lineker que lo vuelve a lanzar. Fuerte, raso, por el centro. Y gol. Último minuto del primer tiempo de la prórroga. Inglaterra 3 - Camerún 2.

El marcador ya no se movería en la segunda parte del tiempo extra e Inglaterra, con extremo sufrimiento, se clasificaba para las semifinales del torneo. Allí le esperaba Alemania, que acabaría, una vez más, con el sueño inglés de volver a levantar la Copa del Mundo 24 años después.

En la rueda de prensa posterior al encuentro, Bobby Robson, el seleccionador inglés, pronunció una frase memorable al ser cuestionado por lo sufrido de una victoria que todo el mundo creía que iba a ser bastante más plácida ante un rival al que quizá Inglaterra había subestimado. "No los subestimamos", dijo. Y siguió: "Simplemente eran mejores de lo que pensábamos". Un auténtico crack, Bobby Robson.   

***

Camerún volvió a casa con la cabeza alta y el orgullo intacto. Se quedó a siete minutos de disputar la primera semifinal de su historia y dejó el pabellón africano más alto que nunca. Con la figura de Roger Milla, uno de los héroes del 82, demostrando que con 38 años era capaz de competir con los mejores en el mejor escenario posible.

Pero Camerún hizo mucho más que eso, porque visibilizó el fútbol africano y la necesidad de otorgar más plazas a este continente en las fases finales de los Mundiales. En Italia sólo dos países africanos representaron a todo el continente. En Estados Unidos, en 1994, ya fueron 4 los representantes africanos. Y en Francia, en 1998, con la ampliación del Mundial a 32 equipos en la fase final, ya serían 5, como ahora.

La semilla que sembró Camerún en 1990 la hizo germinar Senegal en el Mundial de Corea y Japón en 2002, donde emuló a los Leones Indomables y cayó en la prórroga en los cuartos de final ante Turquía, que acabó tercera. Y Ghana, que se quedó a un penalti fallado en el último minuto de superar los cuartos de final ante Uruguay en el Mundial de Sudáfrica en 2010. Cayó en una tanda de penaltis agónica. Así que ahora sólo nos queda confirmar qué selección africana remata lo que comenzó Camerún en el grandioso verano de 1990. Senegal, Túnez, Marruecos, Ghana y la misma Camerún tendrán una nueva oportunidad en Catar.

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