"El fútbol es la única religión que no tiene ateos", Eduardo Galeano

miércoles, 16 de enero de 2008

Inglaterra gana el Mundial más polémico en 1966

98.000 personas abarrotaban el viejo Wembley el 30 de julio de 1966 (con la mismísima Reina de Inglaterra como cabeza visible de todo un país) para presenciar la final de la Copa del Mundo. Los pupilos de Alf Ramsey, vestidos con camiseta roja y calzón blanco, afrontaban la cita más importante de sus vidas ante la Alemania de Helmut Schön, que viste de blanco con los pantalones negros, comos siempre.

Era la primera vez en la historia que Inglaterra llegaba a la final de un mundial –de hecho, hasta ese momento, los ingleses habían sido eliminados en la fase de grupos del Mundial de 1950 y de 1958 y en cuartos de final en 1954 y 1962– y lo hacía ante su público después de 19 días de competición que los de Ramsey habían comenzado en ese mismo estadio con un empate sin goles ante Uruguay.

La selección inglesa apostó fuerte por este mundial, a sabiendas de que se les presentaba una oportunidad única para levantar una Copa del Mundo que se les resistía desde que en 1950 decidieran dejar de lado su tradicional autoexclusionismo para intentar demostrar al mundo que los inventores del fútbol eran los mejores. Pero lo que quedó claro es que “del dicho al hecho, trecho”. Así que en 1966 tenían que resarcirse de sus fracasos en la Copa del Mundo, aunque el riesgo de no conseguirlo suponía una presión extra para todos los jugadores y el cuerpo técnico.

Pero esa Inglaterra había conseguido reunir a un gran equipo y estaba entrenada por un magnífico técnico que se había empapado de todos los sistemas tácticos del momento. Alf Ramsey dispuso a sus hombres en el césped en un 4-4-2, un sistema ahora clásico y en aquel momento rompedor que también usaba Viktor Maslov al otro lado del Telón de Acero, en su Dinamo de Kiev que, pese a su falta de cobertura mediática, también revolucionaría el fútbol.

Ramsey decidió transformar el 4-2-4 que venían jugando las selecciones desde el triunfo de Brasil en Suecia en 1958 (y que la Brasil del 62 había ido evolucionando para convertir casi en un 4-3-3) retrasando a los dos extremos al centro del campo y dejando las bandas para los centrocampistas o los laterales. Así, retrasó la posición del joven del Blackpoll Allan Ball (disputó la Copa del Mundo con 21 años) y del delantero del Liverpool Roger Hunt y, además, les hizo jugar más de interiores, dejando las bandas libres para la aparición por sorpresa de los laterales. De esta forma, pobló el centro del campo para blindarse mejor y, a la vez, le dio libertad de movimientos a su mejor jugador: Bobby Charlton. La apuesta le salió tan bien a nivel defensivo que los ingleses no recibieron ni un solo gol en el torneo hasta las semifinales, cuando Eusébio recortó distancias de penalti a falta de unos pocos minutos para el final.

Pero es que, además, Ramsey tenía en defensa al capitán Moore y a Jack Charlton y bajo palos al mítico Gordon Banks, con lo que Inglaterra se convirtió en un conjunto muy rocoso y muy difícil de batir.

Además, al margen de su talento y de su gran torneo, los ingleses contaron con una serie de ventajas que consiguieron allanarles un poco más el camino. Jugaron todos los partidos del torneo en el mismo estadio de Wembley y, además, en la primera fase, siempre descansaron, al menos, un día más que sus rivales: los ingleses empezaron el 11 de junio ante Uruguay y México y Francia jugaron su partido el día 13; el día 15 se enfrentaron Francia y Uruguay en White City, mientras que los anfitriones jugaron el 16 ante México a la que ganaron por dos a cero; los mexicanos se enfrentaron a Uruguay el día 19 y los ingleses cerraron la primera fase al día siguiente con otra victoria por 2 a 0 ante Francia. Todos los goles ingleses en esta primera fase los hicieron sus centrocampistas: Bobby Charlton y Roger Hunt ante México y otro doblete del atacante del Liverpool ante Francia. Con estos resultados, los ingleses se clasificaron como primeros de grupo y esperaban rival en cuartos de final, que sería el segundo del grupo 2, precisamente el que encabezó Alemania.

Los germanos empezaron arrasando a Suiza (5 a 0), empataron sin goles ante Argentina y refrendaron su liderato con otra victoria ante España (2 a 1), a la que mandaron para casa. En segunda posición se clasificó Argentina, que había ganado también a españoles (2 a 1) y suizos (2 a 0) para medirse a los ingleses en cuartos de final. Alemania se vería las caras con Uruguay. Los dos europeos contra los del Río de la Plata.

Los alemanes viajaron de Birmingham a Sheffield por segunda vez para medirse a Uruguay, pero los primeros siete minutos de partido fueron una tragicomedia para la celeste. Los sudamericanos empezaron apretando y a los cinco minutos un remate de Julio César Cortés se estrelló en el travesaño y botó en el suelo. El árbitro inglés james Finney, por si acaso, miró hacia otro lado. Pero en la siguiente jugada de ataque charrúa, un cabezazo de Pedro Rocha estaba a punto de convertirse en el primer tanto del partido, pero el defensa alemán Schnellinger alzó los dos brazos para realizar una parada antológica que ni Finney ni sus dos linieres vieron tampoco. El resto del campo sí lo había visto. Un par de minutos más tarde, en una jugada de llena de rebotes marcó Helmut Haller. Tras el descanso, el árbitro expulsó al capitán Horacio Troche por una dura entrada y después a Héctor Silva por protestar. Quedaban 36 minutos de partido y Uruguay se quedaba con nueve jugadores ante la máquina germana. Al final, 4 a 0 y Alemania a las semifinales.

El cruce de cuartos entre Inglaterra y Argentina lo arbitraba un alemán: Rudolf Kreitlein. El árbitro tardó 35 minutos en expulsar al capitán de la albicelete, el mediocentro de Boca Antonio Rattín. El jugador se dirigió al árbitro en tono despectivo, según el colegiado, y éste no dudó en mostrarle el camino hacia los vestuarios (entonces no había tarjetas y te expulsaban señalando el túnel). 

Rattín, espabilado como él solo, decidió no moverse del campo porque no entendía al árbitro y pidió un intérprete. Estuvo 10 minutos en el campo haciéndose el sordo hasta que salió del terreno de juego. Dicen que Rattín se sentó en la alfombra roja de la Reina mientras los espectadores gritaban “Animal, animal, animal”, pero esa imagen nadie la ha visto. La que sí se puede ver es la de Rattín dando la vuelta al campo por fuera y estrujando el banderín de córner entre aullidos de los aficionados ingleses. El señor Kreitlein manifestó después del partido que, pese a que no lo entendía, le había mirado mal y por eso dedujo que lo había insultado y lo expulsó. 

Al final, el delantero del West Ham Geoff Hurst inauguró su cuenta goleadora en el Mundial con un gol en el minuto 78 que clasificaba a Inglaterra para las semifinales de su torneo. Alf Ramsey dijo después de la victoria que ellos no intercambiaban camisetas con animales. Y estaba en su derecho a decir lo que se le antojase y a cambiar camisetas con quien quisiera, faltaría más, pero quizá debería haber pensado en regalarle al colegiado las de toda la selección, ya que el señor Kreitlein no tenía pinta de animal.

En las semifinales, ni alemanes ni ingleses sufrieron en exceso. Los germanos ganaron por dos tantos a uno a la Unión Soviética de Yashine y Voronin, mientras que los anfitriones se deshicieron de la Portugal de Eusébio con dos tantos de Bobby Charlton que la estrella portuguesa contrarrestó con un penalti a falta de pocos minutos para la conclusión del choque. Así, los ingleses se presentaban en Wembley el 30 de julio para una cita con la historia. Enfrente, Alemania Federal, que volvía a una final después del Milagro de Berna, el triunfo ante Hungría en 1954.

***
La final empezó trepidante, con Alemania bien asentada en el terreno de juego y sin miedo al ambiente ni a los rivales. De hecho, a los 12 minutos de encuentro, Sigi Held envió un centro al área que la defensa inglesa no supo despejar con contundencia y Haller cogió el rechace para sacar un disparo cruzado desde dentro del área para adelantar a los germanos y enmudecer Wembley. Pero la alegría duraría poco, ya que el capitán Moore sacaría una falta lejana al corazón del área alemana y allí estaba Geoff Hurst, completamente solo, para rematar de cabeza y empatar la final tan sólo seis minutos más tarde. El partido se empezó a hacer espeso, con Beckenbauer marcando a Bobby Charlton y anulándose los dos en el centro del campo, pero los alemanes sólo sufrieron un par de ocasiones locales y parecían controlar bien el partido cuando se marcharon al descanso.

En la segunda mitad, el miedo se apoderó de los dos equipos. Nadie quería perder, pero Alemania parecía más entera y se desempeñaba mejor en este tipo de situaciones. Sin embargo, sería Inglaterra la que tocaría la Copa con la yema de los dedos. Corría el minuto 33 de la segunda mitad cuando los ingleses sacaron un córner desde la derecha del ataque, el balón, pasadísimo, le llegó a Geoff Hurst al borde del área y, tras intentar un par de recortes, decidió lanzar raso a portería. Horst-Dieter Höttgges se tiró al suelo para despejar, pero el balón salió despedido hacia atrás y Peters lo recogió del cielo en el área pequeña para enviarlo al fondo de las mallas. Era el momento soñado. Los ingleses estaban a punto de ganar su primera Copa del Mundo. Sólo tenían que resistir 12 minutos las hipotéticas envestidas alemanas.

Pero con Alemania, ya se sabe, hay partido hasta el final, hasta que el árbitro pita. Y los casi 100.000 ingleses presentes en el estadio se quedaron de piedra en el último minuto de encuentro. Beckenbauer disparó a puerta con potencia una falta lejana que rebotó en uno de los múltiples cuerpos de defensores y atacantes que se encontraban dentro del área inglesa, el balón quedó en los pies de un delantero germano que intentó entre un remate y un pase, duro, raso y cruzado, y el balón le cayó en los pies al defensa germano Weber que remachó ante Banks para anotar el empate y mandar la final a la prórroga.

El resto, es historia: los ingleses salieron mejor y dispusieron de dos ocasiones que desbarató el guardameta Tilkowoski, pero todo se precipitó a los once minutos de la prórroga cuando Geoff Hurst controló dentro del área un centro de Allan Ball, se dio la vuelta y estampó un tremendo derechazo en el larguero que botó en la línea de cal. El árbitro dio el gol por válido tras consultar con el línea y de nada sirvieron las protestas alemanas. Al final, ya con el tiempo cumplido de la segunda parte de la prórroga, Bobby Charlton le metió un balón en profundidad al héroe inglés Hurst para que anotara su tercer tanto y el cuarto de su equipo con Alemania Federal volcada al ataque. El delantero inglés se convertía en el primer jugador en marcar tres goles en una final de un Mundial (y, hasta ahora, el único en hacerlo).

Inglaterra celebró que el fútbol volvía a casa alzando la copa Jules Rimet por primera vez en la historia. Tardaría 24 años en volver a meterse en las semifinales de un Mundial (lo hizo en Italia 90, donde acabó cuarta) y otros 28 años más en repetir ese mismo resultado (volvió a ser cuarta en Rusia 2018 tras caer en las semifinales ante Croacia y en el partido por el tercer puesto ante Bélgica).

Por cierto, el árbitro del encuentro fue el suizo Gottfried Dienst, que había sido el asistente de Kreitlein en el famoso partido de Inglaterra ante Argentina. Dienst será recordado a partes iguales por alemanes e ingleses (aunque por motivos bien distintos) y quizá Alf Ramsey le debería haber regalado también una camiseta.

Porque al linier que dio el gol por válido no le hizo falta camiseta ni nada. Fue el azerbaiyano Tofiq Bahramov, considerado un héroe y un símbolo por sus compatriotas. Dirigiría un partido en la fase final del Mundial de México 70 y la ida de la final de la Copa de la UEFA 1971-72 entre el Tottenham y el Wolverhampton. En octubre de 2004, aprovechando que Azerbaiyán e Inglaterra coincidieron en el mismo grupo de clasificación para el Mundial de Alemania 2006, se le hizo un homenaje póstumo el día del partido con la asistencia del mismísimo Geoff Hurst (ganó Inglaterra cero a uno). También le pusieron su nombre al Estadio Nacional de Bakú, el más importante del país e inauguraron una estatua, la primera y creo que la única dedicada a un árbitro en el mundo. Los hinchas ingleses que se desplazaron para ver el partido peregrinaron ese día hasta su tumba para dejarle flores.

¿Se imagina alguien que el árbitro azerbaiyano le hubiera dicho al suizo que no fue gol? Mejor dejar las cosas como están…

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