"El fútbol es la única religión que no tiene ateos", Eduardo Galeano

jueves, 17 de marzo de 2022

Eusébio, la Pantera Negra que rugió en Inglaterra 1966

26 de julio de 1966. Londres. Estadio de Wembley. 94.000 espectadores enfervorizados gritan y se abrazan celebrando el triunfo de la selección inglesa que mete a los pupilos de Alf Ramsey en la final de la Copa del Mundo por primera vez en su historia. Sobre el césped, el número 13 de Portugal llora a lágrima viva. Sus compañeros no encuentran la manera de consolar al jugador que ha llevado a los lusos por primera vez en su historia a participar en un mundial y que les ha dejado, con sus goles, a las puertas de la gloria. A un solo paso de disputar la gran final. El número 13 de Portugal es la Pantera Negra. Su nombre es Eusébio.

Eusébio da Silva Ferreira nació en 1942 en Lourenço Marques, hoy Maputo, capital de Mozambique, que en aquel tiempo era una provincia portuguesa de ultramar. Muy pronto empezó a golpear pelotas de trapo, de papel o del material que fuera en cualquier rincón del barrio. Con 17 años ya jugaba en el Sporting de Lourenço Marques. Era un interior de muchísimo recorrido, velocísimo, con un disparo potentísimo y una habilidad innata para encontrar los espacios y atacarlos. Había marcado en Lorenço Marques 77 tantos en tan solo 42 partidos y muy pronto su fama llegó a la Metrópoli.

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Diciembre de 1960. Eusébio estaba a punto de cumplir 18 años. El Benfica, club donde ya jugaba su paisano Mário Coluna, le puso a su madre y a su hermano un contrato encima de la mesa que no podían rechazar para hacerse con los servicios del prometedor atacante.

Y entonces, se lio el quilombo. La versión portuguesa del caso Di Stéfano.

El Benfica hizo volar a Eusébio desde Mozambique con un nombre falso, Ruth Malosso, porque el Sporting de Portugal sostenía que tenía derecho de tanteo sobre todos los jugadores procedentes del Sporting Lourenço Marques, una especie de filial del equipo lisboeta que incluso vestía sus mismos colores. El jugador aterrizó en el aeropuerto de Lisboa el 17 de diciembre y, tras una breve estancia en la capital, se esfumó. Se lo tragó la tierra. Desapareció del mapa.

Y es que el Benfica, para evitar que los representantes del Sporting tuvieran ningún tipo de contacto con él, lo mandó a un hotel del Algarve, sin que nadie lo supiera, acompañado por un preparador del club. Estuvo oculto dos semanas. Entrenando.

Finalmente, el 13 de mayo de 1961, tras cinco largos meses de disputas judiciales, el Benfica ganó en los tribunales y pudo tramitar su ficha con el beneplácito de la Federación Portuguesa, previo pago unos 450.000 escudos portugueses a su club de origen.

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A Eusébio no le dio tiempo a disputar la célebre final de la Copa de Europa del 61, la de Berna, la de los palos cuadrados, la que el Benfica le ganó al FC Barcelona por 3 a 2 para obtener su primer entorchado continental. Pero sí pudo debutar en el último partido de Liga de la temporada 1961 ante el Vitoria de Setúbal, donde el joven anotó un tanto.

Pese a todo, Eusébio no tardó demasiado tiempo en estar en boca de todos. En septiembre de ese mismo año de 1961, en el Torneo de París que enfrentó al Santos y al Benfica, Eusébio esperaba su oportunidad en el banquillo mientras los once que ganaron la final de Berna se medían a Pelé y compañía. Los brasileños les dieron un buen baño y para cuando Eusébio saltó al césped el Benfica ya perdía 4 a 0 y recibió un quinto tanto nada más salir él. Pero el joven atacante mozambiqueño marcó 3 goles en apenas 20 minutos. Y fue Pelé quien cerró la cuenta para que los brasileños acabaran ganando por 6 a 3. Al día siguiente la foto de Eusébio aparecía en la portada del diario L’Equipe. Aquel fue el primer día que el mundo del fútbol escuchó los rugidos de la Pantera Negra. Pronto esos rugidos serían mucho más nítidos.

Apenas un mes más tarde, el 8 de octubre de 1961, Eusébio debutó con la selección de Portugal en un partido de clasificación para el Mundial de Chile 62, y, aunque marcó un tanto, el equipo cayó en Luxemburgo por 4 a 2 y dijo adiós a sus posibilidades de estar en tierras andinas. Volvieron a caer de nuevo en Wembley ante Inglaterra para confirmar definitivamente que no estarían en el Mundial, pero Eusébio jugó un partidazo que sorprendió a todos, pese a la derrota. Al final, serían los ingleses quienes se clasificarían para la fase final de la Copa del Mundo .

La figura de Eusébio seguía agigantándose y en Europa ya era realmente temido, tanto él como su equipo. En 1962, un año después de Berna, el Benfica volvía a plantarse en la final de la Copa de Europa, esta vez con Eusébio como protagonista y con un papel determinante. Enfrente estaba, esta vez, el Real Madrid, con 5 de las 6 copas disputadas hasta el momento en sus vitrinas. Y los madridistas se adelantaron con dos tantos de Puskas que Aguas y Cavem lograron contrarrestar. El magiar volvió a marcar el 3 a 2 para el Madrid, para irse con ventaja al descanso, pero tras el paso por vestuarios los portugueses remontaron el choque para revalidar su título de campeones de Europa. El Benfica ganó 5 a 3 con dos tantos de Eusébio quien, con apenas 20 años, ya estaba considerado uno de los mejores atacantes de Europa.

En este contexto, el Benfica de Eusébio se convirtió en el mejor equipo de Europa del momento, sucediendo al Real Madrid en el trono europeo, sólo que, al contrario que los blancos, no pudieron refrendarlo con más títulos. Quizá fuera la maldición de Bela Guttmann, el entrenador que forjó ese magnífico equipo de las Águilas y que fue despedido después de pedir un aumento de sueldo. “El Benfica nunca volverá a ganar una Copa de Europa sin mí”, fueron las palabras que completan la maldición más conocida (y más efectiva) del mundo del fútbol. El caso es que ese Benfica liderado en ataque por la Pantera Negra volvió a llegar a la final de la Copa de Europa de 1963, pero esta vez la perdió ante el Milan después de adelantarse en el marcador con un tanto del mozambiqueño.

En la Copa de Europa de 1965, el Benfica volvió a llegar a la final, después de dejar en el camino al Real Madrid con una contundente victoria en La Luz por 5 tantos a 1 con un Eusébio estelar y desatado. Dicen quienes lo vieron que fue el mejor partido de la Pantera. Pero la final la volvieron a perder. Esta vez contra el Inter de Milan de Helenio Herrera en el mismísimo estadio de San Siro, con el central del Benfica jugando de portero después de la lesión del cancerbero y poniendo cerco a portería interista. Al final el 1 a 0 a favor de los neroazurros privó al Benfica, y a Eusébio, de una nueva Copa de Europa. Pero ese año, el jugador mozambiqueño recibió nada más y nada menos que el Balón de Oro, colofón a una campaña nuevamente extraordinaria con el título de Liga, el de Copa y siendo finalista de la Copa de Europa.

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El mundial de Inglaterra de 1966 se acercaba. Y Portugal, por primera vez en su historia, estaría presente en la cita más importante del fútbol de selecciones. Y lo harían con uno de los mejores jugadores del mundo en sus filas.

Portugal había compartido el grupo de clasificación con Checoslovaquia, Rumanía y Turquía y sólo el campeón iba a Inglaterra. Los lusos acabaron primeros ganando 4 partidos, empatando contra Checoslovaquia en la penúltima jornada y perdiendo un intrascendente choque ante Rumanía con la clasificación ya certificada.

Pero en Inglaterra, el sorteo no fue benévolo con los ibéricos. La selección entrenada por Otto Gloria cayó en el grupo de la muerte junto a Bulgaria, Brasil y Hungría. Y las cosas empezaron bien para los portugueses que doblegaron a los húngaros por 3 tantos a uno. Los brasileños también ganaron, pero, en su caso, la felicidad de la victoria se vio empañada por la lesión de su buque insignia, Pelé, atropellado una y otra vez por los defensores búlgaros.

En el segundo partido del grupo, los portugueses remataron la faena derrotando por tres goles a cero a los búlgaros, con la primera diana de Eusébio en el torneo. En cambio, los brasileños cayeron derrotados ante Hungría sin la participación de un Pelé lesionado.

En el partido que cerraba el grupo, los brasileños estaban obligados a vencer a Portugal para seguir adelante en el torneo, mientras que los portugueses podían jugar más tranquilos con 4 puntos en el zurrón. Con un empate estaban virtualmente clasificados. El duelo entre Pelé y la Pantera Negra fue muy descafeinado. El astro brasileño jugó lastrado por la lesión de rodilla que había sufrido ante Bulgaria y, después de múltiples entradas de los zagueros lusos, de múltiples visitas a la banda a ser atendido por los servicios médicos y de una última entrada de Morais, siguió renqueando por el campo, cojeando, porque en esa época no había cambios. En esas, primero Simoes y después Eusébio pusieron por delante a Portugal y el gol de Rildo sólo generó un poco de incertidumbre hasta el definitivo tres a uno de Eusébio que envió a los brasileños, los actuales campeones, a casa. Hungría y Portugal seguían adelante.

Los cuartos de final iban a deparar un choque inédito en la Copa del Mundo entre dos selecciones debutantes en el torneo. La Portugal de Eusébio, que había ganado sus tres partidos de la primera fase, ante la sorprendente Corea del Norte, que había vencido a Italia por un gol a cero para clasificarse como segunda de grupo y enviar a los transalpinos de vuelta a casa en una de las sorpresas más descomunales de la historia de los mundiales. La Unión Soviética había sido la primera del grupo de italianos y norcoreanos y eliminó también a los húngaros en cuartos para acceder a las semifinales.

El 23 de julio, en el estadio Goodison Park, de Liverpool, norcoreanos y portugueses saltaron al campo conscientes de que jugaban un partido para la historia. E increíblemente, al minuto de encuentro, Pak Sung Jin hizo el primer gol. Los portugueses, atónitos, asistieron a una exhibición asiática que culminó con dos goles más. Habían pasado 25 minutos de partido y Corea del Norte goleaba por 3 a 0 a Portugal. Ver para creer.

Pero entonces emergió la figura de la Pantera Negra en el partido más recordado de toda su carrera. A los dos minutos del tercer gol coreano, Coluna vio el desmarque de Eusébio y le envió un balón en profundidad que el mozambiqueño transformó en el 3 a 1. A falta de un minuto para acabar el primer acto, puso en la escuadra un penalti que le habían hecho a él. 3 a 2 para Corea del Norte al descanso. Ya llovía menos.

A la salida de los vestuarios, Portugal se convirtió en un vendaval y Eusébio clavó de volea la pelota en la portería norcoreana para empatar a tres. Unos cuantos minutos más tarde, la Pantera se metió entre dos defensores en el área y lo derribaron claramente. El penalti lo volvió a ejecutar Eusébio para remontar el encuentro. Aún marcaría José Augusto de cabeza el tanto que finiquitaba el choque: 5 a 3 para Portugal y a disputar la semifinal del Mundial contra Inglaterra tres días después.

Sin embargo, nada más acabar el encuentro de cuartos de final, los portugueses empezaron a perder la semifinal. Según las normas del torneo, las semifinales se jugarían en la sede del equipo que mejor resultados hubiera obtenido durante el campeonato. Y entre Portugal e Inglaterra, el equipo que mejor coeficiente tenía era Portugal. Así que la semifinal ante los anfitriones debería haberse jugado en Goodison Park, en Liverpool, en el estadio del Everton. Pero la Federación Inglesa llamó a la Portuguesa y les convenció de jugar en Wembley, de donde la selección de Alf Ramsey no se había movido en todo el Mundial. Los jugadores lusos no querían ni oír hablar del cambio, y más después de haber jugado 4 partidos en Liverpool y haberlos ganado todos, pero su propia federación lo aceptó (nadie sabe a ciencia cierta por qué) y el choque cambió de escenario para disputarse en Wembley.

Y en Wembley, ante 94.000 espectadores vociferantes, Eusébio sufrió el marcaje al hombre de Nobby Stiles, un arbitraje permisivo de Pierre Schwinté y un partido memorable de Bobby Charlton, que marcó un golazo en el minuto 30 de partido y otro a tan sólo 10 para el final para poner a los ingleses a un paso de la final de la Copa del Mundo. Eusébio recortó distancias a falta de 7 minutos transformando un penalti por manos de Jack Charlton. Era su octavo gol en el torneo, pero no sirvió para llevar a Portugal a la final y tampoco para ahogar su llanto cuando sonó el pitido del colegiado.

El tercer y cuarto puesto ante la Unión Soviética sirvió para confirmar la mejor clasificación de Portugal en la historia de los mundiales, para que Eusébio confirmara la Bota de Oro con otro gol más (hizo nueve en seis partidos) y para que recibiera el título honorífico de mejor jugador del campeonato.

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Curiosamente, ese Mundial lo alejó del millonario contrato que le proponía el Inter de Milán. Dos años atrás, la Juventus de Turín había intentado fichar a Eusébio, pero el mismísimo presidente de Portugal se reunió con el jugador para pedirle que se quedara, al menos, hasta pasado en Mundial de Inglaterra. Una vez concluido el torneo, el que vino a por él fue el Inter y, esta vez, el Benfica no tenía más remedio que dejarlo salir. Pero la eliminación de Italia de la Copa del Mundo ante los norcoreanos supuso tal trauma en el país que la federación cerró las fronteras y prohibió el fichaje de extranjeros por considerar que se estaba perjudicando claramente el nivel de la selección italiana.

Y así fue como Eusébio se quedó en el Benfica. Y así fue como Eusébio siguió marcando goles con las Águilas. Y así fue cómo Eusébio volvió a pisar el estadio de Wembley para disputar la final de la Copa de Europa de 1968 ante el Manchester United. Y así fue cómo Eusébio volvió a ser marcado “férreamente” por Nobby Stiles. Y así fue cómo Eusébio volvió a perder en Wembley, donde nunca ganó. Y así fue cómo Eusébio y el Benfica volvieron a sufrir la maldición de Guttmann y volvieron a perder otra final de Copa de Europa. La tercera.

La Pantera Negra se marchó del club encarnado a los 33 años y cuando ya no podía ofrecer más a su equipo del alma, con la rodilla izquierda echa cisco, después de seis operaciones. Con el cuadro lisboeta marcó 471 goles en 440 partidos y ganó 11 Ligas, 5 Copas y 2 Copas de Europa. Ganó el Balón de Oro en 1965 y las Botas de Oro Europeas de 1968 y 1973.

Y se fue a hacer las Américas. Primero, a Estados Unidos. Después, a Canadá. De vuelta a Estados Unidos. Y después, a México. El físico ya no le acompañaba, pero la Pantera no se quería retirar. Tenía 38 años y volvió a Portugal, donde cerró su periplo como jugador en un par de equipos modestos. Finalmente, en 1979, el astro se retiró. Y dejó una huella imborrable en los seguidores del Benfica, en los portugueses y en todos los amantes al fútbol.

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La Pantera sembró las bases de la grandeza de la selección portuguesa y marcó una época codeándose con los mejores jugadores del mundo. Aún le daría tiempo a ver cómo Portugal le ganaba la semifinal de la Eurocopa de 2004 a Inglaterra en tierras lusas. Pero también vio cómo los griegos impedían que Portugal se llevara la gloria en la final.

Eusébio murió el 5 de enero de 2014, a punto de cumplir los 72 años, y sin tiempo para ver cómo esa gran selección que él contribuyó a crear ganaba la primera Eurocopa de su historia, aunque no fuera ante Inglaterra, sino ante Francia y en terreno francés.

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