"El fútbol es la única religión que no tiene ateos", Eduardo Galeano

miércoles, 27 de abril de 2022

Las tres estrellas de Argentina, la última tricampeona del mundo

Argentina se ha ganado con mucho esfuerzo las tres estrellas que luce en su camiseta albiceleste, las conseguidas por la selección de Menotti en el Mundial de 1978, por la de Bilardo, con Maradona a la cabeza, en México 86 y la de Scaloni en el último Mundial de Messi en Catar 2022. Dos estilos aparentemente antagónicos, el de Menotti y el de Bilardo, para la misma selección y para obtener, en ambos casos, la gloria. Y un tercero que parece la simbiosis perfecta entre estas dos maneras de entender el fútbol.

Podría lucir alguna estrella más la albiceleste, ya que, además, ha perdido 3 finales. De hecho, Argentina fue la primera subcampeona de la historia, al caer en la primera final de una Copa del Mundo en el clásico del Río de la Plata en casa de sus vecinos uruguayos allá por 1930. Las otras dos, en Italia en 1990 y en Brasil en 2014, las perdió contra Alemania, en la que se ha convertido, por ahora, en la final más veces repetida en la historia de la Copa del Mundo (en tres ocasiones se ha disputado).

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Argentina participó en el Mundial de Uruguay en 1930, el primero de la historia, con ganas de revancha después de caer derrotada ante la garra charrúa en la final de los Juegos Olímpicos de Ámsterdam de 1928. La medalla de oro se tuvo que resolver en un partido de desempate después de que celestes y albicelestes empataran a uno en el primer choque. El segundo envite se lo llevó Uruguay, que venció a la albiceleste por dos tantos a uno.

Ya en el Mundial, en Montevideo, la selección entrenada por el mítico exjugador de Racing Francisco Olaza, que había levantado la Copa América apenas siete meses antes, hizo buenos los pronósticos y supero con solvencia la fase de grupos y el choque de semifinales ante la sorprendente selección de Estados Unidos. Pero no pudo con la garra charrúa en una final en la que se fueron al descanso con ventaja (1 a 2) gracias a los tantos de Peucelle y Stábile (que se convertiría en el máximo goleador del torneo) que habían remontado el gol inicial de Dorado. Sin embargo, en la segunda mitad los uruguayos le dieron la vuelta al partido para ganar la final por 4 a 2 y levantar su primera Copa del Mundo.

Tras la primera experiencia agridulce en el torneo, los argentinos se presentaron en Italia 1934 con una selección amateur y no pudieron ganar el partido de la primera fase ante Suecia. Al Mundial de Francia de 1938 no acudieron por considerar que la FIFA les había estafado: el torneo debería haberse disputado en Argentina en vez de en Francia, pero Jules Rimet, presidente de la institución, impuso su voluntad de jugar en su país ante la inminencia de una guerra mundial que podría acabar definitivamente con un torneo que acababa de nacer. Uruguay se sumó a la protesta legítima de Argentina y tampoco acudió a Francia.

A Brasil 50, cuando volvió a disputarse la Copa del Mundo después de la guerra, Argentina no fue por voluntad propia y ni siquiera jugó las eliminatorias. Las relación entre las federaciones brasileña y argentina estaban totalmente rotas desde hacía tiempo y la albiceleste no quiso participar. Aún recordaban los argentinos que Brasil no les secundó en su boicot a la Copa del mundo de Francia de 1938 y, además, tras una huelga de futbolistas vivida en Argentina en 1948 que acabó con muchos de los mejores jugadores profesionales marchándose a jugar fuera de país, la selección albiceleste quedó bastante debilitada. Así que, ante las malas relaciones entre Brasil y Argentina, y las dudas sobre la competitividad de la albiceleste, optaron por no asistir al torneo.

Estos problemas con los jugadores se alargó hasta 1953, así que Argentina tampoco acudió al Mundial de Suiza de 1954, aunque envió a su seleccionador, Guillermo Stábile, para que ejerciera de ojeador y determinara qué papel podía haber hecho Argentina en ese torneo y en los campeonatos venideros.

Por fin, después de dos ausencias voluntarias, al Mundial del 58 en Suecia se presentó Argentina con el cartel de favorita después de haber ganado con los “carasucias” la Copa América del 57, pero el batacazo fue sublime y la albiceleste de Stábile quedó eliminada en primera ronda rematando su participación con una humillante derrota ante Checoslovaquia (6 a 1). Sólo pudieron ganar a Irlanda del Norte.

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Veinte años más tuvo que esperar Argentina para tener un papel importante en un Mundial. Fue en casa, en 1978, con una selección entrenada por Menotti en medio de una cruel dictadura militar que, no obstante, vio en la Copa del Mundo una oportunidad de hacer negocio y, además, lavar su imagen ante el mundo. Como los militares querían ganar el Mundial, no despidieron a Menotti (al que consideraban el técnico más idóneo para hacerlo) y se dio la paradoja de que un entrenador de izquierda y simpatizante del partido comunista llevaría a Argentina a la gloria en plena dictadura militar, un tiempo de muerte, torturas y desapariciones.

Menotti montó un conjunto rocoso, duro, de un nivel físico excelente y con jugadores de buen pie y un magnífico trato de balón. Fillol era el baluarte de esa selección bajo los palos, quitándole el puesto al Loco Gatti, que nunca lo encajó bien. Passarella era el capitán, el alma de esa selección y su pilar defensivo. Ardiles estaba en la sala de máquinas, con atacantes tan peligrosos como Kempes, Luque y Bertoni. Ese equipo cargaba sobre sus hombros con la presión de ganar la primera Copa del Mundo para Argentina, ante su público, y eso les pesó, sobre todo al principio.

Ganó Argentina a Hungría (2 a 1) y a Francia (2 a 1) con sufrimiento en los dos primeros encuentros, pero la derrota en la última jornada de la primera fase ante Italia (1 a 0) la envío a jugar la segunda fase a Rosario. Allí ganó a Polonia con apuros (2 a 0), pero con la magnífica noticia del despertar goleador de Kempes, que se había afeitado el bigote, empató sin goles con Brasil y venció a Perú por 6 a 0 en uno de los encuentros más sospechosos de una Copa del Mundo que merece un tratamiento aparte. Brasil le había ganado 3 a 1 a Polonia tres horas antes y Argentina sabía que necesitaba ganar por cuatro goles de diferencia. Ganó 6 a 0. Aún hoy se especula con la posibilidad de un apaño con los peruanos que los protagonistas argentinos niegan.

Menotti directamente remite a un visionado del partido a los críticos, ya que los peruanos estrellaron un balón en el palo al poco de iniciarse el choque. El entrenador siempre se pregunta si quisieron tirarlo al palo para que no se notara que se iban a dejar golear.

El caso es que aparecieron después unos comprobantes de envíos de toneladas de grano al país inca desde Argentina. Una especie de regalito posterior a la derrota. Nadie, sin embargo, ha podido probar nunca que el amaño se produjese.

En la final, Argentina y Holanda ofrecieron un gran espectáculo. Se adelantó la albiceleste con gol de Kempes, pero los neerlandeses no se rindieron e hicieron enmudecer el Monumental con el empate de Nanninga a ocho minutos del final. Después, con el tiempo cumplido, estrellaría la Naranja Mecánica un balón en el palo. Argentina entera suspiró cuando llegó la prórroga. Y ahí estuvo mucho más entera la selección de Menotti, con Kempes como un ciclón bien escoltado por Bertoni. Ambos marcaron los goles que le dieron a Argentina su primera Copa del Mundo que levantó Passarella al cielo bonaerense. Una Copa del Mundo amarga, porque la gloria que ansiaba toda la Argentina futbolística se unía al dolor de haberla levantado en un país sumido en una terrible dictadura que había violado los derechos humanos durante años.

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La segunda Copa del Mundo llegaría sólo ocho años más tarde, con Bilardo en el banquillo y Maradona transformándose en el mejor jugador del planeta sobre el césped. Argentina fue cogiendo confianza a medida que avanzaba el torneo y Maradona fue agrandando su figura en cada partido, bien secundado en ataque por Valdano y Burruchaga. La albiceleste pasó la primera fase como líder en el grupo que compartía con Bulgaria, Italia y Corea del Sur y fue eliminando sucesivamente a Uruguay en octavos, a Inglaterra en cuartos (Mano de Dios y Gol del Siglo incluidos) y a Bégica en semifinales.

En la final del Azteca esperaba la siempre peligrosa Alemania, que estuvo a punto de dar un buen susto a los argentinos. El golazo de Brown de cabeza abrió la final en la primera parte y Valdano pareció sentenciarla en la segunda, pero los tantos de Rummenigge y Völler a la salida de dos córners pusieron la final en un brete. Entonces Maradona cerró su antológico Mundial con un pase de genio a Burruchaga que definió a la perfección ante Schumacher. 3 a 2 y segunda estrella grabada a fuego en la camiseta albiceleste.

Cuatro años más tarde Alemania se vengaría de Argentina en Italia 90, ganando la final con un penalti bastante discutible a falta de pocos minutos para el final del tiempo extra. Al margen de la jugada en cuestión, Alemania hizo mucho mejor torneo que una Argentina que cayó ante Camerún en el partido inaugural y que fue pasando rondas aferrándose a una defensa titánica, alguna pincelada de Caniggia y Maradona y, sobre todo, a las paradas determinantes en las tandas de penaltis del que fue titular por la lesión de Pumpido, Sergio Goycochea, el meta de Millonarios de Bogotá.

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A partir de ese Mundial, Argentina nunca pudo acercarse a los puestos de honor de los siguientes torneos, aunque en algunos casos contaba con selecciones magníficas como la de Basile en Estados Unidos en 1994, que inició el campeonato como un ciclón y se vino abajo tras la expulsión de Maradona acusado de dopaje; la de Passarella en Francia en el Mundial 1998, que cayó con un golazo de Bergkamp en el último suspiro; la de Marcelo Bielsa en Corea y Japón en 2002, que, incomprensiblemente, cayó en la primera fase; o la de Maradona en Sudáfrica 2010, que sufrió una humillante derrota por 4 a 0 en cuartos de final ante Alemania. Todas eran magníficas selecciones y todas acabaron cayendo con amargura.

Pero llegó el Mundial de Brasil en 2014 y Argentina volvió a plantarse en la final del torneo, con Messi como estandarte de una selección que contaba con Mascherano y Di María como fieles escuderos en el centro del campo y con Agüero e Higuaín como referentes en la punta del ataque. La albiceleste superó la primera fase siendo primera de grupo al ganar a Bosnia (2-1), Irán (1-0) y Nigeria (3-2).

Ya en los cruces, Di María salió al rescate para eliminar a Suiza en octavos de final con un tanto a falta de dos minutos para llegar a los penaltis. Y en cuartos de final bastó un gol de Higuaín a los ocho minutos de encuentro para eliminar a Bélgica. Las semifinales ante la Holanda de Van Gaal acabaron sin goles y ahí emergió la figura del guardameta Romero para meter a la albiceleste en la final de la Copa del Mundo por quinta vez. Habían pasado 20 años desde la última final disputada por Argentina y ahí esperaba el mismo rival de entonces: Alemania.

Pero esa Alemania no era una Alemania cualquiera. Esa Alemania venía de ganar a Brasil en semifinales por 7 goles a 1 en Belo Horizonte, ante su propia torcida, y era la sensación del torneo. Argentina planteó un partido áspero y duro, pero siempre amenazando en ataque a los alemanes cuando conseguía robar el balón. El plan era hacer que Alemania no se sintiera cómoda en su papel de tocadora y sintiera que cualquier error podía pagarlo caro.

Lo cierto es que el intercambio de golpes fue continuo en la primera parte y continuó en la segunda hasta que asomó en los contendientes el miedo a perder.

En la parte final de la segunda mitad y en la prórroga mandó Alemania, aunque fue Palacio el que más cerca estuvo de batir a Neuer. Pero quien sí lo hizo fue Gotze, que dejó helada a Argentina entera con su tanto en el minuto 113. Las lágrimas de Messi eran las de toda Argentina, mientras que la alegría de Lahm alzando la Copa del Mundo era la de toda Alemania, que, por segunda vez, se volvía a imponer a la albiceleste en la final de un Mundial para sellar su tetracampeonato.

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Tras un Mundial de Rusia 2018 decepcionante, la selección argentina se presentó en Qatar 2022 con la Copa América bajo el brazo, el primer título de Messi con su selección. Los de Scaloni se habían impuesto a Brasil en su propio feudo, pero la competición estuvo marcada por la pandemia y se jugó sin público en los estadios, así que no parecía una medida real de lo que podía ofrecer la albiceleste en el Mundial.

Aún así, la candidatura argentina era clara, ya que Scaloni formó un grupo férreo, compacto y unido en torno a Messi que recordaba por momentos a esa selección de Bilardo en 1986 totalmente comprometido y entregada a Maradona. Y ese grupo se presentó en Catar con 36 partidos seguidos sin perder, un dato que dice mucho de la personalidad y el carácter de una selección totalmente convencida de estar llamada a hacer historia.

Pero el fútbol es un deporte donde muchas veces aparece la magia de lo impensado. Y eso es lo que le pasó a Argentina en su debut. Jugó una muy buena primera parte ante Arabia Saudí, se adelantó en el marcador, apabulló a su rival con tres goles anulados por fuera de juego y un puñado de ocasiones más y, de repente, se vio sorprendida por dos tantos saudíes en la segunda mitad que revolcaron a la albiceleste. De repente, parecía que Argentina iba a repetir su papel en Rusia 2018 y que ya estaba descartada para luchar per la Copa del Mundo.

Sin embargo, los de Scaloni se rebelaron ante las críticas y ante su suerte y ganaron las dos finales que tenían por delante ante México y Polonia con cierta solvencia para meterse en los octavos de final como primeros de grupo. Otros candidatos, como Alemania, sí se cayeron con todo el equipo y les tocó hacer las maletas tras la fase de grupo. También cayeron selecciones del nivel de Uruguay o la mismísima México, presente en los octavos de final de los últimos siete Mundiales.

En la primera eliminatoria Argentina sufrió más de lo previsto para eliminar a Australia porque se impuso con claridad a los oceánicos durante gran parte del partido, se adelantó con dos goles, pero los australianos se metieron en el partido con un gol en propia puerta de Enzo Fernández (2-1).

En cuartos de final, de nuevo los de Scaloni fueron muy superiores a Países Bajos y parecía que sentenciaban en encuentro con el gol de Messi de penalti a falta de un cuarto de hora para el final que se sumaba al que había hecho Nauel Molina en la primera parte. Pero Weghorst recortó distancias a falta de seis minutos y después, en el último minuto del descuento de diez que había marcado el árbitro español Mateu Lahoz, el mismo jugador culminó una jugada ensayada a la salida de una falta para mandar el choque a la prórroga y dejar a toda Argentina helada. 

Sin embargo, la albiceleste se sobrepuso al duro golpe y mandó durante la prórroga, aunque fue incapaz de hacer un gol que evitara los penaltis. No hizo falta, porque desde los once metros se impuso la figura superlativa del “Dibu” Martínez, que se transformó en el Goycochea en Italia 90 para clasificar a Argentina para las semifinales.

Los cuartos de final fueron un punto de inflexión para Argentina que, además, vio cómo su hipotético rival, la Brasil de Neymar y compañía, caía eliminada por Croacia en la tanda de penaltis. Por el otro lado del cuadro, Marruecos, que ya había eliminado a España en octavos de final, seguía con su particular cuento de hadas y daba la campanada eliminando también a Portugal (1-0). En el partidazo entre Inglaterra y Francia salieron los galos indemnes (2-1), pese a que los británicos jugaron mejor durante gran parte del choque y Harry Kane falló un penalti que hubiera enviado el choque a la prórroga (2-1).

Así que Argentina se presentó a las semifinales con la confianza por las nubes, con un plan de juego claro y con una intensidad y una motivación fuera de lo común que desarmó a una defensa croata sorprendentemente blanda. Croacia empezó bien el encuentro, intentando mandar y jugando en campo argentino, pero los de Scaloni ni se inmutaron y aprovecharon dos errores croatas para contragolpear con muchísima eficacia y ponerse dos a cero antes del descanso. Ya en la segunda mitad, Messi se encargó de hacer una de sus típicas diabluras para romper a la defensa croata y dejar el tercer gol en bandeja a su magnífico Julián Álvarez (3-0). 

Ocho años más tarde, Argentina volvería a disputar la final de un Mundial. Y lo haría ante la actual campeona, Francia, que derrotó a Marruecos en las semifinales con muchísimo sufrimiento, con un gol muy tempranero de Theo Hernández que obligó a los Leones del Atlas a atacar y proponer juego desde el primer instante. ¡Y vaya si lo hicieron! Pusieron los marroquíes contra las cuerdas a los galos en muchísimas fases del encuentro, pero la pegada del equipo de Deschamps es descomunal y Mbappé caracoleó dentro del área para sacarse un remate de la nada que golpeó en un defensa marroquí y la pelota llegó mansa a los pies del recién incorporado Kolo Muani, que certificó la victoria de los suyos (2-1).

El 18 de diciembre de 2022 en Lusail se enfrentaban Francia y Argentina con la Copa del Mundo como premio. Deschamps puso sobre el terreno de juego su once de gala, sin variar un ápice ni el sistema ni la idea de juego que le había llevado hasta allí. Giroud arriba, con Mbappé y Dembelé por las bandas, con Griezzman un pasito atrás para organizar el ataque de su equipo y Rabiot y Tchoaumeni cubriéndoles las espaldas. Scaloni metió en el once a Di María por la banda izquierda y generó un estropicio en Francia de los que no se olvidan.

Porque Argentina salió muchísimo mejor al terreno de juego, se apropió del centro del campo, estuvo mucho más intensa, más inteligente, tocó la pelota con más criterio y, claro, empezó a amenazar la portería de Lloris. Cada vez que el balón le llegaba a Di María por la izquierda le creaba problemas a la zaga francesa, hasta que Dembelé, un delantero fuera de su hábitat, derribó al argentino dentro del área. Messi mandó el balón al fondo de las mallas sin parpadear y la albiceleste veía el cielo abierto. Sobre todo, cuando en una contra letal Di María se encargó de hacer el segundo ante la estupefacción de los franceses, que parecía que no habían salido de la caseta todavía.

De hecho, pese a que Deschamps sacó del campo a Giroud y a Dembelé para que entraran Marcus Thuram y Kolo Muani en el minuto 40 de la primera parte, el equipo galo siguió a merced de su rival durante la segunda mitad. Sin embargo, la entrada de Coman y Camavinga por Theo y Griezzman sí surgió efecto, aunque para ello necesitaran de una acción desafortunada de Otamendi en una pugna con el recién incorporado Kolo Muani, al que derribó dentro del área para meter a Francia en la final. El “Dibu” Martínez adivinó y llegó a tocar el disparo de Mbappé, pero no logró evitar el 1 a 2. Como tampoco pudo sacar el espectacular remate de la estrella francesa desde la parte izquierda del ataque, sin dejar caer la pelota, que igualaba la final dos minutos más tarde, en dos acciones puntuales después de que Argentina hubiera sido tremendamente superior. Pero así es el fútbol y en los siete minutos más los seis de descuento pudo Francia vencer a una Argentina golpeada y casi en la lona. Pero no lo consiguieron tampoco los de Deschamps y la final se fue a la prórroga.

En el tiempo extra fue Scaloni el que movió ficha para dar oxígeno, piernas, alegría y dinamismo a su equipo e intentar levantar el ánimo y cambiar la dinámica. Primero entró Montiel para jugar por la derecha y después entraron Lautaro Martínez y Paredes para dar descanso a Julián Álvarez y un desfondado De Paul. Y Argentina, como el día de Holanda, volvió a tener las riendas del encuentro y a generar las mejores ocasiones hasta de Lautaro disparó a quemarropa, su remate lo sacó Lloris y apareció Messi para anotar el gol que parecía definitivo. Tan solo quedaban trece minutos para el final y parecía la Copa del Mundo ya tenía dueño, pero no… A apenas tres minutos para el final Montiel interceptó con el codo un disparó de Mbappé y el francés empató de nuevo el choque desde los once metros. Y aún dispuso Kolo Muani de la posibilidad de darle a Francia la Copa del Mundo cuando encaró al “Dibu” Martínez en el último suspiro, pero el meta se agrandó y sacó con el pie la sentencia gala. En la contra, Lautaro no giró a tiempo la cabeza en un remate claro que hubiera supuesto el triunfo argentino. Ver para creer.

Pero llegaron los penaltis y ahí se agigantó el “Dibu”. Las estrellas de las dos selecciones asumieron su responsabilidad y lanzaron el primer penalti. Primero anotó Mbappé (el tercero de la noche). Después respondió Messi. Pero el “Dibu” adivinó el disparo de Coman y después vio cómo Tchoaumeni enviaba fuera el suyo. Dybala ya había marcado para Argentina y Paredes hizo más grande la brecha anotando el suyo. Kolo Muani estaba obligado a marcar y lo hizo, pero Montiel no falló para marcar el cuarto y hacer estallar a Argentina de felicidad.

Así es como Messi consiguió el Mundial que el fútbol le había negado y a sus 35 años y tras cinco presencias en el torneo conseguía levantar esa ansiada Copa del Mundo que levantaron Passarella en 1978 y Maradona en 1986. La tercera estrella de la albiceleste la cosió Lionel Messi en Catar 2022 para convertirse en un futbolista de leyenda.

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