Hay un mito alrededor de la Copa del Mundo que se ha ido forjando con el paso de los años y que habla de las escasas posibilidades de que el campeón renueve su cetro mundial cuatro años después, que suele ser directamente proporcional a las enormes posibilidades de hacer un ridículo estrepitoso en su defensa del título. Como todos los mitos, hay una gran parte de ficción en él, pero también hay ejemplos que corroboran con creces la llamada “maldición del campeón”.
De hecho, no hace falta irse muy lejos en el tiempo. Las tres últimas campeonas del mundo (sin contar a Francia, campeona del Mundial de Rusia 2018 porque aún no sabemos cómo le irá en Qatar), Italia, España y Alemania, cayeron en la primera fase siendo los defensores del título. Así que vamos a explayarnos un poco sobre lo que tiene de verdad esa hipotética “maldición del campeón”.
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Empecemos por los campeones que sí lograron revalidar su corona, para empezar en positivo. Italia ganó el Mundial de 1934 y el de 1938. Ahí la maldición del campeón aún no se había puesto en marcha, ya que sólo se habían disputado tres mundiales y el primer campeón, Uruguay, no quiso acudir a los dos mundiales siguientes, por lo que el campeón no defendió su título en Italia 1934, mientras que los transalpinos lo defendieron ganándolo otra vez en 1938 antes de que todo se suspendiera a causa de la Segunda Guerra Mundial hasta 1950.
La otra selección que ha conseguido ganar dos mundiales seguidos es Brasil. La canarinha consiguió su primera Copa Jules Rimet en Suecia, en 1958, y repitió título cuatro años más tarde en Chile. Sin embargo, curiosamente, fue también la primera en verse afectada por la maldición del campeón, ya que en 1966, defendiendo su doble título mundial, se marchó a casa en la primera fase en un campeonato bochornoso para la verdeamarelha.
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La Brasil de 1966 se presentó en Inglaterra con Pelé y Garrincha en plenitud. O Rei se había lesionado en el primer partido del Mundial de Chile 62 y dejó a Garrincha al mando de una selección que acabaría ganando el torneo. Pero a Inglaterra volvían a llegar los dos juntos y Brasil no había perdido ni un solo partido con la pareja sobre el césped. El debut de la canarinha ante Bulgaria no iba a ser una excepción, ya que los campeones derrotaron a los europeos por 2 a 0 en un partido deslucido con goles de nuestros dos protagonistas. El problema es que los búlgaros los cosieron a patadas y, como 4 años atrás, Pelé se lesionó.
El seleccionador Feola decidió proteger a Pelé y no lo alineó en el segundo partido ante Hungría y Brasil cayó por 3 tantos a 1, con lo que el choque que mediría a brasileños y portugueses dirimiría quién pasaría a los cuartos de final y quién tendría que hacer las maletas antes de tiempo.
Pelé saltó al césped ante la Portugal de Eusébio… y volvieron a coserlo a patadas. El astro brasileño acabó cojeando por el campo mientras el portugués Eusebio anotaba dos tantos para darle la victoria a los suyos (el choque acabó 3 a 1) y mandar a casa al campeón. Era la primera vez en la historia de los mundiales que un campeón del mundo caía eliminado en la primera ronda del torneo. Pero no sería la última…
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Al Mundial de 2002, celebrado en Corea y Japón, se presentó Francia como brillante campeona del mundo en 1998, de Europa en el año 2000 y de la Copa Confederaciones en 2001. El seleccionador era Roger Lemerre, que había sustituido a Aimé Jaquet al frente del equipo después del Mundial del 98, y contaba con estrellas contrastadas como el portero Barthez, los defensas Desailly, Blanc, Lizarazu, Thuram o Vieira, los centrocampistas Deschamps, Makelele, Zidane o Djorkaeff y delanteros de clase mundial como Thierry Henry, Trezeguet, Wiltord o Dugarry.
Los franceses cayeron en un grupo aparentemente asequible, ya que debutaban ante Senegal y cerrarían la primera fase ante Uruguay y Dinamarca. Pero la maldición del campeón les atacó en el primer partido y todo estalló. Senegal ganó 1 a 0 con tanto de Papa Bouba Diop y la concentración francesa se convirtió en un polvorín. El choque ante Uruguay estaba marcado en rojo por los galos, pero los nervios y el mal rollo que comenzaba a aflorar en el grupo se dejaron notar y no pudieron pasar del empate a cero ante los charrúas.
La última jornada enfrentaba a los campeones de mundo ante Dinamarca, que había ganado en su debut ante los uruguayos y había empatado a un tanto ante Senegal. Los franceses aún podían clasificarse ganando a los nórdicos. Pero Rommedahl marcó el cero a uno a los 22 minutos y los campeones nunca se sobrepusieron. En la segunda mitad, Tomasson remató a los galos y los envió a casa con una crisis interna sin precedentes que se llevó por delante al entrenador y a buena parte de los integrantes de la selección.
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En la edición de Sudáfrica en 2010, los italianos estrenaban la defensa del título ante Paraguay, en un encuentro que empató De Rossi en la segunda mitad a la salida de un córner. Pura Italia. En el segundo encuentro ante Nueva Zelanda, los campeones volvieron a empatar con un penalti muy polémico anotado por Iaquinta. Pero como Italia es Italia y suele pasar las fases de grupos por los pelos, nadie acababa de creerse que peligrara su clasificación en el último partido de la fase de grupos ante Eslovaquia. De hecho, los eslovacos se adelantaron al poco de iniciar el encuentro y aumentaron su ventaja a falta de poco más de un cuarto de hora para el final del choque, pero los italianos recortaron distancias con un tanto de Di Natale a falta de 9 minutos y pusieron cerco a la meta eslovaca. Pero esta vez no hubo milagro y Eslovaquia hizo el tercero antes de que Quagliarella volviera a recortar distancias a dar esperanzas a los transalpinos. Al final, el 2 a 3 envió al campeón de vuelta a casa con una enorme crisis a cuestas.
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En 2014, en Brasil, era España la que defendía el título y los ibéricos se la pegaron sin remisión. El torneo empezó para ellos como había acabado el anterior, con un choque estelar ante Holanda, pero el resultado fue radicalmente distinto. Los españoles se adelantaron en el marcador, pero Van Persie puso las tablas antes del descanso. En la segunda parte, Holanda pasó por encima de los campeones del mundo y le endosó una goleada tremenda por 5 a 1. Los de Del Bosque ya no levantaron cabeza ante Chile (perdieron por 2 a 0) y golearon a Australia (3 a 0) en un partido que ya no servía de nada porque lo afrontaron sabiendo que estaban eliminados. Otro campeón a casa a las primeras de cambio y a resetearse.
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Y cuatro años más tarde, en Rusia, con un campeón fiable como Alemania, la maldición volvió a hacer acto de presencia. Los de Löw cayeron en su primer partido ante México y estuvieron contra las cuerdas contra Suecia hasta que un tanto precioso de falta directa de Kroos les dio la victoria pasando de la hora. Los teutones se habían visto fuera del Mundial, pero esa victoria permitía mantener las esperanzas intactas en la última jornada ante Corea del Sur. Pero los coreanos dieron la campanada y marcaron dos tantos en el descuento del partido para enviar a casa al campeón por tercer torneo consecutivo en la primera fase.
Pero la Francia de Deschamps se inmunizó en Catar ante la funesta maldición y fue capaz de volver a alcanzar la final de la Copa del Mundo. De hecho, estuvo a punto de volver a levantarla tras remontar por dos veces ante la Argentina de Messi (3-3) y acabar cayendo en los penaltis de una de las finales más espectaculares de la historia de los Mundiales. Habrá que esperar hasta 2026 para saber si la maldición del campeón ha desaparecido definitivamente o sólo se ha escondido durante un tiempo... Veremos.
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