"El fútbol es la única religión que no tiene ateos", Eduardo Galeano

lunes, 28 de marzo de 2022

Las inexplicables catástrofes de Italia

“Los italianos pierden guerras como si fueran partidos de fútbol
y partidos de fútbol como si fuesen guerras”.
Winston Churchill

La zamarra italiana tiene cosidas en su pecho cuatro estrellas. Cuatro veces que ha sido la azzurra campeona del mundo. Se dice pronto, pero no es nada fácil conseguir eso. Sólo Brasil, con cinco Copas del Mundo, tiene más estrellas en su casaca amarilla. Alemania tiene las mismas estrellas que los italianos en su uniforme blanquinegro. La albiceleste luce tres tras su triunfo en Catar, pero el resto de selecciones está a años luz.

Además, Italia tenía y tiene una particularidad que ostenta orgullosa como nadie: no necesita ser favorita, no necesita jugar bien y no necesita tener la mejor selección para ganar una Copa del Mundo. De hecho, sería discutible esta afirmación en el caso del Mundial de Francia de 1938 donde se presentó como campeona del mundo y con una selección temible, pero ni en Italia en 1934, ni en España en 1982, ni en Alemania en 2006 era la mejor selección. Aún así, ganó. Y ganó empezando mal, como siempre. Y ganó estando contra las cuerdas en muchísimos momentos, como siempre. Y ganó desde la defensa con picotazos variados arriba de sus jugadores más talentosos y, a la vez, más discutidos en momentos determinantes en los partidos importantes. También como siempre.

Sin embargo, esa Italia esforzada atrás y vertiginosa de tres cuartos de campo hacia adelante, esa Italia capaz de ganar a selecciones que son mejores y que juegan mejor, también es capaz de lo peor cuando nadie se lo espera. Es capaz de generar un cataclismo inesperado. Y es capaz de tener vaivenes inexplicables en su rendimiento, sobre todo, después de conseguir la gloria. Y es capaz de tirar por tierra ante rivales aparentemente menores esa fiabilidad, seguridad y pegada ganada con sangre, sudor y lágrimas torneo tras torneo.

La prueba la acabamos de tener ahora mismo. Una Italia que se había proclamado campeona de Europa apenas unos meses atrás, se quedó fuera del mundial de Catar a las primeras de cambio, sin ni siquiera llegar al reto de jugarse su presencia ante Portugal en un choque que prometía ser de órdago. Pero nadie contaba con el ejército macedonio, que esperó al minuto 92 para dar la estocada.

Y, además, venía muy avisada la Nazionale porque lo que parecía imposible, ni más ni menos que la disputa de una Copa del Mundo sin presencia azzurra, ya pasó en el Mundial de Rusia en 2018. 60 años habían transcurrido entonces sin ninguna ausencia italiana en el torneo: eso son 14 ediciones seguidas acudiendo a la fase final de un Mundial. Pues otra vez se han quedado fuera. En casa y ante una selección nobel e inexperta como Macedonia del Norte. La sonrisa de los portugueses, que preparaban su batalla contra los italianos pese a los turcos, refulge y el suspiro de alivio que llega desde Oporto se escucha de forma clara y nítida. Ahora hace falta saber si no se les quedará congelada en la boca a causa de los macedonios. Veremos.

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Pues aunque suene raro, Italia ya ha pasado por calamidades inesperadas y catástrofes similares que les tocó digerir a sus atónitos aficionados. Una de las primeras fue en el Mundial de 1962, donde fue apeada de la competición en primera ronda en un grupo formado por Chile, Alemania Federal y Suiza. Los transalpinos perdieron ante los germanos y en el segundo partido cayeron ante los anfitriones en una auténtica encerrona que habían pedido a gritos cuando la prensa italiana catalogó a Chile, palabra arriba, palabra abajo, de país tercermundista. Cuando saltaron al campo los italianos tenían enfrente a una jauría de lobos dispuestos a merendárselos y en las gradas, el resto de la manada. Perdieron los italianos 2 a 0 en uno de los partidos más sucios de una Copa del Mundo y la posterior victoria ante Suiza ya no servía para nada.

Italia volvía a presentar su candidatura a todo en Inglaterra en 1966, pero entonces la catástrofe fue aún mayor que en Chile. Los jugadores partieron entre vítores y volvieron entre abucheos y tomatazos de unos tifosi enfurecidos. Italia había perdido 1 a 0 ante Corea del Norte, una selección desconocida y debutante en un Mundial y le había tocado hacer las maletas en un grupo en el que sólo fueron capaces de ganar a sus verdugos chilenos y donde cayeron también contra la Unión Soviética.

Después del éxito en el Mundial 82, los italianos volvieron a sufrir uno de sus habituales vaivenes y no fueron capaces de clasificarse, siendo los campeones del mundo, para disputar la Eurocopa del 84 en Francia. Hay que aclarar que sólo 8 selecciones disputaban entonces la fase final y no era fácil sacar un billete, pero, claro, siendo campeona del mundo es difícil explicar un cuarto puesto en un grupo compuesto por Rumanía, Suecia, Checoslovaquia y Chipre.

Los campeones del mundo del 82 empataron en casa a dos goles con Checoslovaquia, o cero con Rumanía, perdieron cero a tres ante Suecia y sólo le ganaron a Chipre por 3 a 1. Fuera les fue aún peor: derrotas claras en Rumanía (1-0), Suecia (2-0) y Checoslovaquia (2-0) y un triste empate a 1 en la isla de Chipre. Una victoria y tres empates en ocho encuentros y a ver la fase final de la Eurocopa de Francia por la tele.

En el Mundial de México 1986 los italianos defendían título y eso les eximió de jugarse la clasificación, pero su papel en el campeonato fue muy discreto. Empataron a uno ante búlgaros y argentinos y estuvieron a punto de verse sorprendidos por Corea del Sur en el partido que cerraba el grupo y que ganaron 2 a 3 pidiendo la hora. Claro, en los octavos de final se encontraron con la Francia de Platini y compañía y perdieron claramente por dos goles a cero para regresar a casa demasiado pronto.

Después de dos buenos mundiales en 1990 (un tercer puesto en casa) y en 1994 (donde fueron pasando ronda a ronda con maravillas de Roberto Baggio en los últimos minutos de cada partido hasta plantarse en la final y perderla en penaltis ante Brasil), Italia pasó casi de puntillas por las Copas del Mundo de 1998 y 2002. Hasta que volvieron a sorprender al mundo con una victoria inesperada en 2006 para conseguir su cuarta estrella en la camiseta.

Y volvieron a hundirse en el lodo sin previo aviso. En Sudáfrica sufrieron la maldición del campeón y cayeron en la primera fase haciendo 2 puntos en un grupo con Paraguay, Nueva Zelanda y Eslovaquia.

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En 2010 en Sudáfrica comenzó un declive que llega hasta hoy y que la obtención de la Eurocopa de 2020 (se jugó en 2021 a causa de la pandemia causada por la COVID) se había encargado de maquillar. Porque Italia volvió a caer en la primera fase en Brasil en 2014, aunque esta vez el grupo era bastante más complicado con Costa Rica, Inglaterra e Uruguay luchando con ellos por dos puestos en los octavos de final. Y eso que la azurra empezó muy bien, ganándole 2 a 1 a Inglaterra, pero después perdió ante Costa Rica y Uruguay por 1 a 0 y volvieron a despedirse de una Copa del Mundo a las primeras de cambio.

Mala costumbre, esa de caer eliminado en la primera fase, sobre todo, para una selección como la italiana, acostumbrada a codearse con las grandes selecciones y a llegar lejos en cada torneo al que se presentaba. Pero, claro, mejor irse a casa en la primera fase que no ir. Porque ningún italiano imaginaba, ni ningún aficionado al fútbol tampoco, que ese partido ante Uruguay el 24 de junio de 2014 sería el último de Italia en una Copa del Mundo hasta, por lo menos, el verano de 2026. Ver para creer.

Pero así es. La selección italiana hizo una Eurocopa 2016 bastante decente, liderando su grupo en la primera fase por delante de belgas, suecos e irlandeses y batiendo claramente a España en octavos de final por dos goles a cero. Sólo los penaltis en los cuartos de final ante Alemania la frenaron en su avance hacia las rondas finales de la competición.

Pero en la fase de clasificación para el Mundial de Rusia se consumó la tragedia. Italia y España compartían grupo y, en teoría, entre ellos se jugarían el pase directo a la Copa del Mundo (el primero se clasificaba directamente y el segundo habría de disputar una repesca a doble partido contra el segundo de otro de los grupos de clasificación). Y, efectivamente, Albania, Israel, Macedonia del Norte y Liechtenstein fueron meros espectadores de lujo en la lucha entre italianos y españoles.

Italia estrenaba seleccionador. Gian Piero Ventura había sustituido a Antonio Conte después de la Eurocopa, pero la base de la Nazionale seguía siendo la misma: Buffon, Chiellini, Bonucci, Verrati e Insigne, aunque todos un pelín más mayores y sin aparente relevo a los mandos.

Italia y España empataron a uno el 6 de octubre de 2016, en la segunda jornada, en un encuentro disputado en Turín y las dos selecciones fueron ganando todos sus partidos hasta que volvieron a enfrentarse en la séptima jornada el 2 de septiembre de 2017 en el Santiago Bernabéu. España ganó cómodamente por 3 goles a cero y certificó la repesca. Además, cosas del destino, Macedonia del Norte arrancaría un empate a uno en Turín en la penúltima jornada. España no falló y a Italia le tocó en suerte Suecia en la repesca.

El partido de ida entre suecos e italianos se disputó en Solna el 10 de noviembre de 2017 y allí ganó Suecia 1 a 0 con gol de Jakob Johansson. Ese gol iba a ser oro en paño para los suecos. De hecho, el resultado era malo para Italia, pero la azurra creía firmemente en la remontada en Milan, ante su gente, con el peso de las estrellas de su lado y con 60 años de presencia ininterrumpida en las fases finales de los mundiales como argumento. Pero el fútbol es caprichoso y los suecos, desde luego, no eran cojos, pese a que su estrella, Zlatan Ibrahimovic, había dejado la selección un año antes.

Ventura planteó el encuentro con tres centrales, cinco en el centro del campo y dos arriba, pero no podía contar con Verrati, sancionado, en el centro del campo, y había dejado en el banco a Insigne y a De Rossi, que no jugaron ni un solo minutos. Los suecos fueron a Milan a defender su gol y siempre se jugó en la parcela del campo que defendían los visitantes, pero los italianos se jugaron su suerte a base de centros laterales que no hicieron ni cosquillas a los nórdicos. El partido acabó con Buffon subiendo a rematar y con toda una nación llorando a lágrima viva tras el pitido final.

Evidentemente, Ventura fue destituido y llegó Mancini. Buffon abandonó la selección y empezó a producirse, poco a poco, una renovación en una selección que quizá necesitaba tocar fondo para reinventarse. O así parecía escribirse la historia después de que Italia se proclamara campeona de Europa en Wembley el 11 de julio de 2021. Pero el destino es caprichoso. Tan solo 256 días después de alzar al cielo la Eurocopa, Italia se vuelve a quedar sin Mundial por segunda vez consecutiva.

Y lo hace porque esa selección contra la que nadie quería cruzarse en las eliminatorias, esa selección del gen competitivo y de ganar sin despeinarse, esa selección que necesitaba media oportunidad para hacer goles, no supo certificar su pase a falta de dos partidos para el final del grupo. Fue incapaz de ganarle en casa a Suiza, una buena selección que se llevó un empate merecido de Roma. Pero, sobre todo, fue incapaz de hacerle un gol a una Irlanda del Norte que no se jugaba nada en Belfast, mientras los suizos aplastaban a Bulgaria por 4 a 0 para sellar su pase a la fase final del Mundial y mandar a los italianos otra vez a la repesca.

Y en la repesca, el sorteo no fue benévolo con los italianos, que veían en el horizonte un enfrentamiento durísimo con Portugal para una sola plaza. Pero primero había que certificar ciertos trámites. Pasar por la oficina, por así decirlo. Portugal tuvo un día duro en la suya ante los turcos, pero solventó el papeleo. Los italianos, antes temibles, cuyo seleccionador había asegurado que iban a ir al mundial y lo iban a ganar, generaron 30 ocasiones en Palermo para acabar cayendo en el minuto 92 de encuentro ante Macedonia del Norte para volver a llorar su segunda ausencia consecutiva en un Mundial.

Pero, ojo, cuidado con la azzurra que lleva cosidas al pecho 4 estrellas de las que no se regalan en la tómbola. Y quien sabe si dentro de dos años en Alemania vuelven por sus fueros y renuevan su título de campeones de Europa. Con Italia uno nunca sabe…

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