"El fútbol es la única religión que no tiene ateos", Eduardo Galeano

martes, 5 de abril de 2022

Uruguay 1930 (2). La apasionante fase de grupos del primer Mundial de la Historia

El camino hacia la primera Copa del Mundo que abrió la FIFA en su reunión en Barcelona en 1929 no fue nada fácil. De hecho, las buenas intenciones de las federaciones que habían firmado la creación del campeonato se quedaron en agua de borrajas a medida que se acercaba la fecha prevista para el Mundial de Uruguay.

La Federación Inglesa (y el resto de federaciones británicas) había sido taxativa en su negativa desde el principio. No formaba parte de la FIFA y, por supuesto, ni siquiera había acudido a la reunión de Barcelona. Pero tampoco Italia, ni Alemania, ni España, ni Austria, ni Hungría, ni Checoslovaquia, ni los Países Bajos ni Suecia tuvieron en ningún momento la intención de participar en un evento que se celebraría en la otra punta del mundo y que nadie sabía a ciencia cierta cómo acabaría. Pese a haberse manifestado a favor en 1929.

De hecho, Italia y los países de Europa Central siempre habían apostado, más que por una Copa del Mundo propiamente dicha, por una serie de torneos de Confederaciones donde, al final, pudieran enfrentarse los campeones para dilucidar quién sería el Campeón del Mundo. Y eso como mucho, ya que realmente querían potenciar una Copa de Europa de selecciones. Aunque habían votado sí al Mundial en la reunión de Barcelona, no estaban dispuestos a participar en un torneo de esas características, y menos en Uruguay.

Ni siquiera Francia, la Francia del presidente de la FIFA Jules Rimet, parecía dispuesta a formar un equipo para competir Montevideo y afrontar ni los gastos de un viaje largo de ida y vuelta ni las dificultades que iban a poner los clubes para dejar viajar a sus futbolistas. Fue realmente la Federación Uruguaya y la Confederación Sudamericana quienes pusieron toda la carne en el asador y quienes presionaron decididamente a la Federación Francesa (y también directamente al Estado Francés), que acabó por formar una selección a toda prisa y la embarcó hacia la capital uruguaya. Bélgica, Rumanía y Yugoslavia también se embarcaron. Ni una selección europea más respondió afirmativamente a la invitación uruguaya y de la FIFA.

Al final tan sólo 13 equipos participaron en esta primera edición de la Copa del Mundo. No hubo fase de clasificación, ya que todas las selecciones fueron invitadas. Y el sistema de competición era claro como el agua: las 13 participantes se dividieron en 4 grupos (uno de cuatro equipos y tres de tres) y las primeras de cada grupo pasarían a disputar las semifinales. Las selecciones vencedoras jugarían la final el 30 de julio de 1930 en el flamante y recién construido estadio Centenario.

Argentina presenta su candidatura en el grupo 1
Argentina era una de las favoritas. Sub­campeona olímpica en 1928 en Ámster­dam, mantenía la base de jugadores del equipo olímpico y buscaba la revancha de la final perdida contra sus vecinos uruguayos. Pero primero tendría que superar a sus rivales del grupo 1, donde había quedado encuadrada junto a Francia, México y Chile, el grupo de 4 equipos.

El 13 de julio de 1930, Francia y México abrieron el grupo y el Mundial en Pocitos, compartiendo protagonismo con Estados Unidos y Bélgica, que, a la misma hora, inauguraron el grupo 4 en el Gran Parque Central. Pero fue el jugador del Sochaux Lucien Laurent quien tuvo el honor de ser el primer goleador en una Copa del Mundo. Marcó el 1 a 0 para Francia a los 13 minutos de partido. Laurent aún no lo sabía, pero su nombre acababa de pasar a formar parte de la gran historia del fútbol. Los franceses ganaron el partido por 4 a 1, pero no tuvieron prácticamente tiempo para celebrarlo, porque tres días después habrían de jugar contra la selección Argentina.

Y la albiceleste sufrió de lo lindo para superar a los franceses. Ganaron 1 a 0 con un solitario tanto del centrocampista Luis Monti, que desniveló el marcador a nueve minutos del final.

Chile, por su parte, también venció a México con comodidad (3 a 0) e hizo lo propio ante unos franceses extenuados después del largo viaje a tierras sudamericanas y el esfuerzo de los dos partidos anteriores.

Argentina le ganó a México por 6 a 3 y se jugaría el liderato del grupo y el pase a las semifinales del torneo en el encuentro ante Chile que cerraba el grupo. El peligro chileno tenía un nombre, el del Chato Suliabre, estrella del Colo-Colo y de la selección, que había marcado 3 de los 4 goles que habían anotado los andinos en los dos partidos anteriores. Y el peligro argentino se llamaba Stábile, el delantero de Huracán que se convertiría en el primer máximo goleador de la historia de los mundiales con 8 dianas en solo 4 partidos.

Los dos cumplieron con nota. Stàbile abrió la veda con dos golazos en apenas dos minutos y Suliabre recortaría distancias poco después. Pero no serviría de nada. Mario Evaristo anotaría el 3 a 1 al poco de comenzar la segunda parte para certificar así el pase de la albiceleste a las semifinales. Allí esperaba la sorprendente selección de los Estados Unidos, dispuesta a dar guerra.

Yugoslavia gana el grupo 2 y se planta en semifinales
Yugoslavia fue una de las 4 selecciones que aceptaron la invitación de la FIFA para disputar el Mundial de Uruguay. Al contrario que la mayoría de las selecciones europeas, los yugoslavos no tuvieron ningún problema en asistir al Mundial. Se subieron a un barco de correos de nombre Florida y tras dos semanas de travesía llegaron a la capital uruguaya el 5 de julio, justo a tiempo para empezar el campeonato.

El primer partido del grupo 2 decidiría, casi con total seguridad, qué selección pasaría a las semifinales, ya que se enfrentaban yugoslavos y brasileños, mientras que Bolivia permanecía a la espera. A Brasil la entrenaba Píndaro de Carvalho Rodrigues y su estrella era Joao Coelho Neto, Preginho, un fantástico jugador que marcó una época en el Fluminense. Pero cuando dio comienzo el choque, los que dominaron fueron los europeos: Tirnanic y Bek anotaron los goles balcánicos en el primer tiempo, aunque el gran Preginho dio esperanzas a los suyos marcando el primer gol brasileño en la historia de los mundiales a falta de media hora para finalizar el encuentro. Pero el marcador ya no se movería gracias a la solvencia defensiva yugoslava.

Bolivia se presentó en el mundial y se hizo una foto para la historia. Cada jugador llevaba una letra pegada en su camiseta para conformar el mensaje de “Viva Uruguay”, con la clara y simpática intención de ganarse el favor del público local. Perdió sus dos partidos por 4 a 0, pero la impresión general que causaron fue bastante buena.

De todas formas, lo mejor de la selección boliviana fue su seleccionador, Ulises Saucedo, que no contento con su función de entrenador, també arbitró algunos partidos durante el torneo. Concretamente, fue el árbitro principal del partido del grupo 1 entre Argentina y México y juez de línea en 5 partidos más: Argentina-Francia, Uruguay-Rumanía, Argentina-Chile, la semifinal entre Uruguay y Yugoslavia y la final entre Argentina y Uruguay. ¡Menudo crack!

Uruguay, primera del grupo 3 con sufrimiento
Venía Rumanía con su rey Carol II a la cabeza dispuesta a hacer historia en la primera Copa del Mundo. Pero cuando el sorteo los emparejó con los campeones olímpicos en el grupo 3, el monarca y seleccionador empezó a pensar que quizá el viaje iba a durar poco. El caso es que los rumanos cumplieron en su debut con una victoria ante Perú y alegraron la cara cuando vieron el discreto debut de los anfitriones, también ante Perú. De todas formas, a la hora de la verdad, los uruguayos sacaron todo su potencial y enviaron a los rumanos para casa.

Los anfitriones las pasaron canutas en su debut. Empezaron el campeonato con 3 días de retraso por culpa de la demora en las obras de construcción del estadio del Centenario, donde los charrúas habían de disputar todos sus partidos. Y lo hicieron contra una selección peruana que venía de perder claramente ante los rumanos. Pero los nervios del debut les jugaron una mala pasada y el partido se les complicó muchísimo. Hasta el minuto 69 hubieron de esperar los doble campeones olímpicos para marcar el gol del triunfo. Lo hizo el Manco Castro, héroe al final de un partido que podía haber acabado en drama.

Después de esta primera victoria, los charrúas, ya mucho más sueltos, se deshicieron sin problemas de los rumanos, a quienes batieron por 4 a cero en el último y decisivo encuentro del grupo. Además, marcaron todos los goles en la primera parte, por lo que se permitieron el lujo de sestear un poco en la segunda mitas, sin arriesgar demasiado para afrontar mejor el duelo de semifinales ante Yugoslavia.

Los Estados Unidos sorprenden en el grupo 4
Aunque parezca extraño, los organizadores de la Copa del Mundo decidieron que Estados Unidos sería cabeza de serie en el sorteo de la fase de grupos de la Copa del Mundo. La decisión podría parecernos hoy controvertida, pero no lo era en absoluto, ya que faltaban casi todas las principales potencias europeas (las selecciones británicas, Italia, Alemania, España, Austria, Hungría o Checoslovaquia) y, además, la American Soccer League, de donde provenían los jugadores del equipo norteamericano, se había convertido en una competición muy atractiva porque estaba muy profesionalizada en la época y se pagaba bien a los jugadores.

Así que los norteamericanos se presentaron en Uruguay con una selección muy correcta repleta de jugadores procedentes de la Europa anglosajona. En definitiva, aquel equipo no dejaba de ser una representación encubierta de Gran Bretaña. El seleccionador, Bob Miller, era escocés de nacimiento y entre sus titulares habituales había seis jugadores nacidos en las Islas Británicas. De todas formas, si algo caracterizaba a aquel equipo era su potencia física, que era tan grande que los franceses no habían dudado en apodarlos “los lanzadores de peso”.

El caso es que los yanquis sorprendieron a todos con dos victorias muy claras por 3 a 0 ante Paraguay y Bélgica y había quien decía que estaban más que capacitados para plantarle cara a Argentina en las semifinales. Pero eso será otra historia.

El delantero de referencia de la selección norteamericana era el joven de 20 años Bert Patenaude, un jugador que se había ganado un puesto en el once después de que el mejor delantero yanqui del momento, Archie Stark, renunciara a disputar el mundial. A sus 32 años ya tenía decidido dejar el fútbol y montarse un negocio para sobrevivir. Así que el joven Patenaude, que jugaba en el Fall River Marksmen de Massachussets, sorprendió a propios y extraños con una capacidad goleadora extraordinaria que empezó con el tercer gol ante los belgas y los tres que su selección le endosó a Paraguay, por lo que se convirtió en el primer futbolista en conseguir marcar un hat-trick en una Copa del Mundo.

En 1971, tres años antes de su muerte, Patenaude entró a formar parte del National Soccer Hall of Fame de Estados Unidos.

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