"El fútbol es la única religión que no tiene ateos", Eduardo Galeano

martes, 19 de julio de 2022

La Irlanda del Norte de McParland vive su sueño en Suecia 58

La Copa del Mundo de 1958 se asocia, inevitablemente, a los 13 goles de Just Fontaine, a la increíble irrupción en el escaparate del fútbol mundial de un joven de 17 años apodado Pelé y, por supuesto, a la primera Copa del Mundo que levantó Brasil en toda su historia. Pero Suecia 58 esconde la historia de una nación que sorprendió al mundo clasificándose para la cita batiendo a selecciones de postín, como Italia y Portugal, en la fase de clasificación, y se plantó en tierras escandinavas siendo, en ese instante, el país más pequeño en disputar una Copa del Mundo. Nos referimos a Irlanda del Norte, que una vez en Suecia quiso aprovechar el viaje y dio más de un susto a selecciones que se presumían más fuertes.

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Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las selecciones británicas decidieron unirse a la FIFA y dar el sí a disputar la Copa del Mundo, se decidió que las selecciones de las islas se jugarían la clasificación entre ellas en el Campeonato Británico. Así que Inglaterra se clasificó por delante de Escocia, Gales y la entonces denominada Isla de Irlanda para el primer Mundial de su historia, el de Brasil 50, aunque después sufriera el desastre de Belo Horizonte ante Estados Unidos. Escocia también se había clasificado al ser segunda de grupo, pero los escoceses avisaron antes que sólo irían si quedaban primeros en su grupo. No lo hicieron y, cabezones ellos, se negaron a participar en el torneo.

Camino a Suiza 54, el sistema volvió a ser el mismo. El Campeonato Británico decidiría qué dos equipos se clasificarían para el Mundial que se había de disputar en tierras helvéticas. Y las cosas volvieron a salir exactamente igual: Inglaterra primera y Escocia segunda. Esta vez las dos selecciones se presentaron en el torneo, mientras que Irlanda del Norte y Gales volvían a quedarse fuera. Sería la última vez que se usaría ese sistema y tanto galeses como norirlandeses estaban encantados, ya que consideraban que tendrían más posibilidades de estar en la Copa del Mundo si se enfrentaban a otras selecciones del continente.

Pero el sorteo no fue benévolo para Irlanda del Norte, que cayó en un grupo complicadísimo junto a Italia y Portugal. Solo el primero se clasificaría para Suecia 58. Los del Úlster se presentaron en sociedad con un empate a uno en Lisboa, aunque después cayeron en Roma ante Italia por la mínima (1-0). La visita de Portugal a Belfast se saldó con un rotundo 3 a 0 para los norirlandeses que dejaba a los lusos prácticamente sin opciones y, a la vez, convertía en trascendental el último partido del grupo, que se disputaría en el Windsord Park de Belfast el 15 de enero de 1958. Antes, portugueses e italianos tenían que verse las caras entre sí mientras Irlanda del Norte calentaba motores. Portugal derrotó por tres a cero a Italia en Lisboa, para alegría de los isleños, pero después Italia le devolvió la goleada a la seleçao das Quinas venciendo en Roma por idéntico resultado.

Así las cosas, Irlanda del Norte e Italia afrontaban una auténtica final en un Windsord Park a reventar. Los locales llegaban al encuentro con tres puntos por cuatro de los visitantes, así que el ejército verdiblanco estaba obligado a ganar para clasificarse. 

Y lo hizo. ¡Vaya si lo hizo!

Empezó empujando Italia, que hizo intervenir en dos ocasiones al meta Uprichard, pero poco a poco se fue estirando Irlanda del Norte ayudada por el empuje de su gente. El centrocampista McIlroy enganchó a los trece minutos un disparo desde la frontal y batió por alto a un sorprendido Ottavio Bugatti. El gol espoleó a los locales y el delantero Billy Cush, nombrado mejor futbolista norirlandés de 1957, resolvió un barullo en el área para poner el 2 a 0 en el marcador. Los transalpinos recortaron distancias en la segunda parte tras un error clamoroso del meta norirlandés que aprovechó Dino Da Costa a falta de poco más de media hora para el final del choque, pero no hubo reacción italiana.

Al final, el marcador ya no se movería y el ejército verdiblanco acabó imponiéndose por 2 a 1 para dejar por primera vez en su historia a la azzurra, doble campeona del Mundo en 1934 y 1938, sin Mundial (no había participado en la primera edición de 1930 ni en la de 1950 por voluntad propia). La Nazionale aprendió la lección y se pasó 60 años seguidos sin fallar a ni una sola cita mundialista, hasta que cayó camino de Rusia 2018 en la repesca ante Suecia. Cuatro años más tarde, en la fase de clasificación de Catar 2022, volvería a tropezar de nuevo, esta vez ante Macedonia del Norte, para quedarse, por segunda vez consecutiva, fuera de un Mundial.

El caso es que el cambio de sistema benefició, al menos en esta primera edición, a las selecciones británicas, ya que Inglaterra también se clasificó por delante de la República de Irlanda y de Dinamarca; también lo hizo Escocia, que dejó fuera a España y a Suiza; y la sorprendente Gales, que necesitó una repesca ante Israel para meterse en el Mundial de Suecia. Entre las 16 selecciones que se jugarían el título en Suecia había cuatro de las Islas por primera vez en la historia… Y por última vez hasta el momento.

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Esa selección norirlandesa estaba entrenada por Peter Doherty, también entrenador del Bristol y un interior muy goleador que había colgado las botas en el año 1953 después de haber dejado huella en la liga inglesa y de haber tenido la mala suerte de padecer la Segunda Guerra Mundial en su época de plenitud como futbolista. Pero, pese la campanada de la fase de clasificación, nadie daba un duro por el equipo de Doherty. Mucho menos cuando el sorteo la metió en el grupo de Checoslovaquia, Argentina (campeona de América sólo dos años antes con los Carasucias) y la campeona del mundo, la República Federal de Alemania. Pero el fútbol es tan grande y tan impredecible que Irlanda del Norte dio la sorpresa y se metió en los cuartos de final en su primera participación en un Mundial, enviando a su casa a Argentina y a Checoslovaquia. Además, el atacante norirlandés del Aston Villa Peter McParland anotó 5 tantos el torneo para cerrar una participación histórica de los del Ulster.

Irlanda del Norte debutó ante Checoslovaquia en Halmstad el 8 de junio de 1958 y sólo tardó 16 minutos en ponerse por delante con una tanto del ariete Wilbur Cush, flamante fichaje del Leeds United. Los checoslovacos no pudieron contrarrestar ese gol y el partido acabó 1 a 0, con el grupo patas arriba tras la derrota Argentina ante la campeona Alemania (1-3).

En la segunda jornada, Peter McParland inauguró su casillero goleador en el Mundial a los 3 minutos y puso a la albiceleste contra las cuerdas. Pero un penalti transformado por el Loco Corbatta poco antes del descanso dio aire a los campeones sudamericanos. En la segunda parte, dos tantos del Beto Menéndez y Avio en apenas cuatro minutos desnivelaron el choque hacia el lado argentino. Mientras, Checoslovaquia y Alemania Federal empataban a dos, así que la última jornada del grupo sería de órdago.

El 15 de junio, en Helsingborg, Checoslovaquia asestó a Argentina uno de los golpes más duros de su historia. Vencieron los europeos por 6 goles a 1 y sumieron a la albiceleste en una profunda depresión tras un torneo en el que se presentaban como favoritos y tuvieron que volver a casa prácticamente humillados.

Mientras, en Malmö, Irlanda del Norte volvió a dar la campanada. A los 17 minutos de partido McParland adelantó a los suyos, aunque la alegría no duró mucho, ya que Helmut Rahn, el héroe de Berna, empató 3 minutos después. Pero los debutantes no le perdieron la cara al partido, resistieron las embestidas alemanas y volvieron a sorprender a los teutones con otro tanto de McParland a los 13 minutos del segundo tiempo. Los campeones del mundo se vieron contra las cuerdas, pero a falta de 11 minutos para el final un jovencísimo Uwe Seeler empató el partido (2-2) y clasificó a Alemania Federal para los cuartos de final. La otra plaza del grupo se la tendrían que jugar Checoslovaquia e Irlanda del Norte en un partido de repesca entre ellos.

Dos días más tarde, norirlandeses y checoslovacos se volvían a enfrentar con el primer choque del torneo en el pensamiento. Esta vez, fueron los centroeuropeos los que no se dejaron sorprender y comenzaron con más ímpetu el dominio del partido. A los 17 minutos Zikán obtuvo el premio del gol en una falta de entendimiento entre el defensa y el portero británicos y parecía que la aventura de Irlanda del Norte llegaba a su fin. Pero entonces volvió a aparecer el de siempre, McParland, para empatar el partido al borde del descanso. Billy Cush remató hasta tres veces ante el portero checo, que sacó todos los remates con el pie, hasta que apareció McParland para enviarla definitivamente a la red.

En la segunda parte el marcador no se movió y el desempate se iba a la prórroga, donde McParland aún tenía guardada una bala en la recámara que aprovechó a los nueve minutos del tiempo extra. El atacante cogió la espalda a toda la defensa checoslovaca y remató con la derecha desde dentro del área un balón que metió a su selección en los cuartos de final de un Mundial en su primera participación. ¡Ver para creer! Argentina y Checoslovaquia estaban en casa mientras Irlanda del Norte se mediría a Francia en Norrköping por una plaza en semifinales.

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En los cuartos de final se iban a ver las caras dos selecciones que habían sorprendido a todos, Francia y, sobre todo, Irlanda del Norte, y, además, sobre el césped iban a enfrentarse los dos máximos goleadores del torneo a esas alturas: Fontaine y McParland, los dos con 5 tantos en 3 partidos.

En la charla previa, el seleccionador Peter Doherty les dijo a sus chicos: “Quitémonos de en medio a esta selección francesa… ¡y jugaremos contra el equipo del circo en semifinales!”. Así llamaba Doherty a los brasileños, sin cortarse en absoluto, por las virguerías que solían hacer en los partidos, esa habilidad técnica marca de la casa que Pelé y Garrincha exhibieron en tierras suecas. Y es que los brasileros habían ganado a Gales con un golazo de Edson Arantes Do Nascimento y esperaban ya rival.

Pero al choque de semifinales los norirlandeses llegaron ya vacíos. Cansados de largos viajes en bus y del partido de desempate jugado dos días antes. Los franceses, con los deberes hechos en el grupo, llevaban cinco días descansando. Winieski abrió la lata para Francia a los 22 minutos de partido con un remate cruzado desde el interior del área y los norirlandeses aguantaron bien hasta el descanso. 

Pero en la segunda parte Fontaine destapó su olfato goleador y rompió definitivamente el partido a los diez minutos de la reanudación con un cabezazo que ponía el dos a cero para Francia. Ocho minutos después pondría la puntilla con un tercer gol extraordinario en el que se metió entre los centrales con la pelota controlada, recortó a otro defensa y cruzó ante el portero del ejército verdiblanco. Roger Piantoni cerraría la cuenta con el cuarto tanto a poco más de 20 minutos para el final. Demasiado castigo para los valientes norirlandeses, que volvieron a casa orgullosos de su carta de presentación en una Copa del Mundo. Francia, en cambio, siguió adelante, aunque caería con el “equipo del circo” en semifinales por 5 tantos a 2 y acabaría tercera en el torneo al derrotar a Alemania Federal en el tercer y cuarto puesto (6-3).

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A la vuelta a Irlanda del Norte, McParland y compañía fueron recibidos como héroes y, a medida que pasaban los años, aún se enorgullecían más los aficionados de la heroicidad de esa selección, ya que su selección habría de esperar 24 años para volver a disputar la fase final de un Mundial, concretamente hasta España 82, donde volverían a dar la sorpresa clasificándose para la liguilla de cuartos de final cuando nadie lo esperaba. En España, el inesperado héroe norirlandés fue Gerry Amstrong, que marcó el gol ante los anfitriones que le daba la clasificación a los norirlandeses.

En el banquillo de esa gran selección norirlandesa del 82 se sentaba Billy Bingham, uno de los integrantes de la que había triunfado en Suecia en 1958. Con él de seleccionador, Irlanda del Norte volvería a clasificarse también para el Mundial de México 86, el tercero y último del que ha podido disfrutar hasta la fecha el ejército verdiblanco. El gran Billy Bingham es el único que podía presumir de haber estado en todos.

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